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Orgía de poder

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Reinaldo Spitaletta
01 de febrero de 2011 - 01:35 a. m.
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La política italiana, según palabras de la esposa de Berlusconi, se ha convertido en una “basura impúdica”, a la que muchos hedonistas ven con simpatía, pues “El caballero” Silvio, de 74 años, se da unos recorridos por pieles juveniles y por senderos de placer, que sólo son posibles por ser quien es: dueño de casi todos los medios del país y el primer ministro de una nación que está entre la ópera bufa y la canción (cuando no la mafia) napolitana.

Doña Verónica Lario, la primera dama italiana, advirtió hace ya tiempo que en ese país, y tal vez por el influjo carnal de su marido, sólo interesan el físico y la televisión. Además, el asunto del “tráfico” de muchachas es tan lucrativo, que "muchos padres están dispuestos a cerrar los ojos para ofrecer sus vírgenes al dragón". Y el dragón sigue evocando episodios del Satiricón y poniendo en práctica aquello de que se puede ser viejo, pero si hay denarios y poder, las chicas caerán a tus pies.


Y a “Il Cavaliere” todo le sobra, maestro de seducciones y corruptelas. Ahora, pese a algunas resistencias populares, Italia parece estar contenta con su premier y sus orgías de poder; e incluso la Iglesia, en otras ocasiones tan atenta a asuntos de moral, se hace la que nada sabe. Y no puede ser de otra manera, porque las ayudas del primer ministro a instituciones pastorales católicas son de envergadura. En este mundo estamos.


En otros días, ya más bien lejanos, Italia fue ejemplo de levantamientos y protestas, de tener una sociedad civil conciente y con sentido de historia. Sin embargo, también ha sido sede de las peores expresiones en contra de la dignidad humana, como fue el fascismo. Uno de los mayores críticos de esa sociedad, el poeta, novelista y cineasta Pier Paolo Passolini, asesinado precisamente por sus posiciones contestatarias, dijo, en momentos en que ese país era visto como ejemplar en temas de conciencia política, que "sus hombres de poder son máscaras cómicas vagamente manchadas de sangre. Pero los ciudadanos italianos no les van a la zaga".


Hoy, la realidad parece darle la razón al poeta, que sin duda no dejó de ser “la mala conciencia de su tiempo”. Al “viejito” verde, que tapa sus arrugas con afeites y euros, muchos italianos le celebran sus ardores de “vejentud”. Parece más bien como si todos quisieran tener en sus cuartos a las bellas chicas que el dueño de periódicos, equipos de fútbol y emisoras, se lleva a sus fiestas caligulescas. ¡Qué dicha!, dicen unos. Quién pudiera tener plata para conseguir a esas doncellas, reinas de la noche, advierten otros.
A “El Caballero” se le acusa de haber pagado a menores de edad para que se acostaran con él, o por lo menos le hicieran sentir que algo le quedaba de sus distantes años juveniles. Con sus redes (ha sido acusado de incitación a la prostitución), el viejito seductor atrapa chicas de pieles tiernas y muchas ganas de salir de las necesidades, como a una que el desprendido magnate le compró una casita de un millón doscientos mil euros.


El ingenio italiano, que asegura que a Berlusconi la mitad del tiempo se le va en “irse de putas” y la otra en negarlo, ya ha montado película porno sobre la “bunga bunga” del caballerazo, protagonizada por Rocco Sifredi, una de las estrellas de ese tipo de cine. El mismo sujeto dijo que el pueblo italiano está orgulloso de su primer ministro, porque a los 74 años hace el amor. “Yo he practicado el sexo la mitad de veces que él”, dijo Rocco.


Muchas niñas sueñan con Berlusconi, si no como su príncipe azul, sí como aquel que haciéndolas disfrazar de enfermeras, o viéndolas en pelota, las cubrirá de euros, aunque él diga que jamás ha pagado por estar con una mujer. Vaya, si es que a esa edad no sólo hay que pagar, sino, a veces, quedarse sin probarlo. Mirar y nada más. Los italianos tienen su vaina y gozan con la “basura impúdica”. Si Dante viviera, reescribiría la Divina Comedia. ¿Y dónde pondría al dragón?

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