Publicidad

Palabra de Piraquive y amén

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Reinaldo Spitaletta
20 de enero de 2014 - 11:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Ni los ciegos, ni los mancos, ni los cojos, ni los paralíticos, ni los sordos, ni al que le falte un dedo, ni los tuertos, tampoco los mudos (además, qué podrían decir), ni aquellos que seguro el Cristo pudo haberles obrado el milagro de volverlos a la normalidad, podrán estar en el púlpito de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, ¡aleluya! Así lo ha proscrito su santidad la señora pastora María Luisa Piraquive, la de la divina palabra, máxima líder de tal credo en Colombia.

La especie de papisa, madre de la senadora Alexandra Moreno Piraquive, del partido Mira, que apoyó la ley antidiscriminación en 2011, tiene la idea -puede ser un decir de uno- que si por sus templos apareciera el ciego Homero, ni riesgos que ese señor que contó historias paganas de guerras y otros despelotes de la antigüedad, se vaya a subir cual rapsoda a cantar en su púlpito, exclusivo para “normales”. Ah, y qué tal que de pronto por allí apareciera, digamos, un tal Cervantes, al que se le anquilosó el movimiento de la mano izquierda por ponerse a pelear contra los turcos en la batalla de Lepanto. Ahí mismo la señora de la verdad eterna le podría dar una patadita en el trasero y mandarlo a parar con el resto del rebaño.

Por esas alturas divinas tampoco podría ascender, por ejemplo, aquel ciego inglés (que como pudiera haber dicho Shakespeare, veía con lucidez la oscuridad) que le dio por escribir sobre el paraíso perdido. Ah, sí, mi querida, y de seguro que tampoco el poeta del amarillo de los tigres y de los ocasos pudiera estar en el púlpito de misiá Piraquive. Cómo le parece. Borges desde arriba diciendo poemas sobre el Golem o hablando de “las traslúcidas manos del judío” Spinoza. No, qué va, no dejemos estar aquí a ningún ciego como esos, que de pronto nos vuelven atea la grey, pudiera decir doña María.

Ni don Blas de Leso y Olavarrieta, que defendió con heroísmo a Cartagena de Indias de la piratería inglesa al mando de Vernon, ni el Cojo Benítez, gran cronista de los tiempos coloniales de Medellín, ni el Tuerto López, gran burlador cartagenero, ni el Manco Gutiérrez, que tocaba bien el balón, ni ningún habitante del país de los ciegos (donde ver no servía para nada), del gran H.G. Wells, pudieran aparecer por los sagrados terrenos de la sacrosanta Piraquive, que además, parece gozar de buena fortuna (lo cual no es pecado).

Los que sí pudieran estar “pulpitiando” en los templos de la líder serían los de la medieval corte de los milagros, aquellos ciegos, mancos, cojos y demás limitados, que de día se hacían pasar como tales para impetrar la caridad pública en un barrio parisino, como bien lo describe Víctor Hugo en Nuestra señora de París, con jorobado incluido. De noche recobraban su vista, desaparecían sus llagas y caminaban sin problemas. “Aquí los espero”, pudiera decir la doña bíblica.

Esta iglesia, con partido político, quedó mal parada (¿coja?) en estos días, porque, además de las declaraciones discriminatorias de la pastora, el Mira está en entredicho. El pastor y presidente de esa colectividad (¿feligresía?) política, Carlos Baena, instó a sus seguidores a la muy normal práctica colombiana de comprar votos. Y la Fiscalía citó a interrogatorio a la predicadora por presunto enriquecimiento ilícito y lavado de activos.

Llama la atención que la familia Piraquive tenga en los Estados Unidos lujosas propiedades, de millones de dólares, que despiertan dudas incluso entre sus fervorosos feligreses. ¿Acaso se consiguieron con la platica de los diezmos? Ella y sus más ovejunos adeptos pudieran decir que enriquecerse a nombre de Dios no es pecaminoso, aunque el Nuevo Testamento advierta que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre al cielo.

Así, pues, estimados patas de palo, parche en el ojo, lunancos, desorejados, despestañados, desnarigados, desmembrados, en fin, si quieren subirse al púlpito, vayan a otra iglesia. Palabra de Piraquive. Así sea.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.