¡Qué descrédito de ministro!

Como es el presidente son sus ministros, colaboradores y demás adláteres: una recocha. El Estado es para ellos una especie de propiedad privada, de feudo (por no decir prostíbulo), con el que pueden hacer lo que les venga en gana, todo a su favor, eso sí, y en pro de los mezquinos intereses de unos cuantos poderosos. Y, por supuesto, siempre en desmedro de una infinidad de sometidos, muchos de los cuales fueron sus electores.

El presidente, sobre el cual ya se agotaron todas las caricaturas, artículos de opinión, cuestionamientos, memes, chistes (o tal vez no, por sus actos mediocres, con despropósitos que pueden causar, además de indignación, burlas a montón), tiene a su lado unos patoteros que dan grima. O que, por su hirsuto comportamiento, son apenas una muestra de probeta de lo que, hoy y desde hace tiempo, es Colombia. O sus gobiernos.

Uno de los “gabineteros” más bombardeados por la crítica ha sido Diego Molano, ministro de Defensa. Uno no sabe si es bruto del todo o se hace. Recuérdese que la inteligencia no se puede simular. El sujeto, de rancia estirpe uribista, se ha tropezado en varios momentos desde que asumió el cargo, en el que reemplazó al difunto Carlos Holmes Trujillo. En el reciente estudio “Panel de Opinión”, de la encuestadora Cifras y Conceptos, resultó ser el peor calificado.

Su imagen, muy desgastada, ha caído tanto en la percepción de la “opinión pública” que ni siquiera Karen Abudinen, exministra de las TIC, la del escándalo de corrupción de los $70.000 millones, descendió a esos abismos. El funcionario de marras, de tanto desbarre y metidas de guayos, ha rodado por la pendiente del desprestigio y cada vez se hunde más en el fango de la desvergüenza. Dante se revuelve en su tumba a ver si le encuentra otro círculo infernal para enviar a temperar al deplorable burócrata de zona tórrida.

A veces, se puede creer que este tipo de fafaracheros son puestos allí para que cumplan ese rol. No tanto de reyecitos de burlas, sino, más allá, como provocadores a ultranza, habladores de caca (también se han nombrado cacos en puestos muy importantes), expertos en disparates sin tasa ni medida. Son los que pueden decir, por ejemplo, que los niños reclutados por la guerrilla son “máquinas de guerra”, o que la República Islámica de Irán es enemiga de Colombia.

No se sabe si en esas declaraciones recientes del ministro de Defensa, en la visita oficial del presidente y su comitiva a Israel, hay una manifestación de chabacana irracionalidad, una deslenguada boutade o, lo más probable, una demostración de carencia de sesos. “Qué se está fumando, ministro”, dijeron los guasones en redes sociales. A los israelíes, quizá la frasecita de “Irán y Hezbolá son enemigos comunes de Colombia e Israel”, les pudo mover a risa.

También puede acaecer que declaraciones de tal tenor son propias de lacayos. De funcionarios que ya no saben cómo más ampliar su escalafón de lambonerías frente a ciertas potencias. “Irán y Colombia son dos países amigos y tienen una histórica relación”, refutó el embajador de Irán en Colombia ante tamaño despropósito de Molano.

Tales traspiés no son nuevos. En mayo pasado, durante las jornadas del paro nacional, el distinguido dignatario acusó a Rusia de “ataques cibernéticos”, que pretendían obstaculizar las labores de la Fuerza Pública en Colombia. También dijo, con falsía, que el desbloqueo en el Valle del Cauca se debió a las intervenciones de ejército y policía, cuando, en realidad, fue el resultado de conversaciones entre la Arquidiócesis de Cali, la Alcaldía y la Personería de Cali con los manifestantes.

No ha terminado de “meter las patas” cuando vuelve y las introduce... o esconde información, como sucedió con los adolescentes muertos en el Chocó en operativos aéreos del ejército contra la guerrilla. A fines de octubre, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) dijo que el Ministerio de Defensa fingió un ataque cibernético a su página web con el fin de promover campañas contra quienes lo criticaban durante las manifestaciones del paro nacional. “Se trató realmente de un autosabotaje”, dijo la FLIP.

A la estrambótica barrabasada de Molano sobre Irán, los gozones de redes sociales apuntaron que “se tenga fino Irán con los bombarderos colombianos”, “qué clase de yerba estás quemando”, “se la fumó verde”, “la cabeza solo le sirve para hacerse el blower”... Y no lo bajaron de “mequetrefe”, “chupamedias” y otras calificaciones impublicables.

Como es el presidente son los miembros de su séquito. Moldeados por la misma desprestigiada politiquería, con los tradicionales métodos de gamonales y señores feudales. Los mismos con las mismas. Qué otra cosa podría esperarse de un régimen promotor de inequidades y defensor de privilegios para minorías.

El presidente y sus ministros, como el muy desacreditado mindefensa, son parte de una comparsa que a los colombianos nos mantiene entre la risa y las congojas.