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Sancocho posmoderno

Reinaldo Spitaletta

12 de diciembre de 2011 - 11:42 a. m.

Desde hace años, y coincidiendo con el ascenso de las doctrinas neoliberales, las famosas terminaciones de la historia, la muerte de las ideologías y otros mejunjes, se viene hablando de postmodernidad, del agotamiento de los relatos, se dice que el imperialismo ya no existe y asuntos similares, con lenguaje rebuscado y las más de las veces, ininteligible. Y el que así se expresa toma fama de intelectual, miembro de los círculos de pensadores contemporáneos, profeta del nuevo lenguaje. Y un largo etcétera de títulos y subtítulos.

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Se viene diciendo, por ejemplo, que leer a Marx es estar “out” y que lo indicado es meterse a bucear en el pensamiento de los filósofos posmodernos, aquellos que opinan que ya ni siquiera la lucha de clases se ve en los claustros universitarios, o sea, entre profesores y alumnos. Y a estas alturas uno podría decir que a Marx hace días que no se le lee, pero nunca está por demás volver al Manifiesto y al Dieciocho Brumario, en fin, que clásicos son clásicos.

La posmodernidad o lo que así se denomina en ciertos sectores, no es más que la razón de la sinrazón, y de las cosas del corazón la razón a veces no da cuenta, y bueno, sin meternos en honduras, acabo de leer un artículo de Steve Katz (no sé quién es pero así se llama) sobre cómo hablar y escribir en posmoderno, y me parece pertinente para estos días de desasosiego para unos y de rumba para otros, comentar una pizca el material.

El tipo advierte, como primera premisa, que no hay que caer en la expresión plana de ideas, porque esa manera es modernista, realista y obvia, y hoy habitamos el mundo de lo complejo, y nada es simple, ni directo, y todo puede explicarse según las vueltas que se den, los juegos de la indeterminación, y entre más oscura sea la manera de decir, mejor. Eso da estatus. El problema es del otro que no entiende, o que no está sintonizado, o que simplemente es un ignorante, alguien que se quedó en la idea obsoleta de la claridad.

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Si usted por ejemplo desea escribir o decir la palabra opinión, para estos días de lenguajes enredados, no es conveniente. Reemplácela por voz, o vocalidad, o multivocalidad, y a esto, para complementar el asombro, le puede agregar un adjetivo como “intertextual”. Y listo. Hablar en posmoderno (una señora decía que era como hablar en “cretino”) es fácil, pese a los rebuscamientos, retortijones y volteretas.

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Decía el articulista que a veces puede uno no tener tiempo suficiente para meterle al discurso sinónimos, neologismos y “rarismos”, pero que siempre es bueno dominar asuntos como el sexismo, edadismo, racismo y muchos ismos hasta llegar al “falocentrismo”, que aquí ya vendrán las feministoides a aportar el resto. Y lo más efectivo para hablar o escribir posmoderno es el uso indiscriminado de prefijos, posfijos, guiones, diagonales y todo –según Katz- lo que el computador pueda ofrecer para el efecto. Así el arsenal se formará de palabras como premodernidad, postdesplazamiento, postcolonialismo y al batido puede agregarle, para bien de la excentricidad, adjetivos como barthesiano, foucaulteano, neoderrideanismo y así hasta el infinito.

En todo caso, y si usted está dando una conferencia, es necesario para que la oscuridad sea total (y recuerde que entre más oscuro, más inteligente es usted, según lo posmoderno) incluya los “pre” y “post” a sus palabras, además de los “hiper”, las “espacialidades” de lo identitario, y bueno, no se preocupe que dentro de poco estarán en venta en los semáforos manuales para hablar y escribir correctamente en posmoderno.

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En la medida de lo posible, incluya las batallas de género tan en boga ahora, en que los hombres son breves y las mujeres, brevas, y así usted tendrá garantizada la oscuridad total, sinónimo de brillantez y agudeza. Y si alguien del auditorio le pregunta o dice que no entendió nada, mándelo más confundido con una carga de profundidad en la que es clave incluir la interconectividad entre las contradicciones paralingüísticas con la megarrealidad reinante. El resto, lo puede decir en el coctel.

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