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Sombrero de mago

Señora muerte que se va llevando…

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Reinaldo Spitaletta
14 de septiembre de 2021 - 03:00 a. m.
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Quizá el único cristiano verdadero que ha habido en la sangrienta historia del cristianismo ha sido Francisco de Asís, Il Poverello; lo escribió Antonio Caballero en su libro “Y Occidente conquistó el mundo”. “Suelen decirme —a manera de crítica— que vivo en la Luna. / ¿Les he dicho yo —a manera de crítica— que viven en Tierra?”. Lo escribió Jaime Jaramillo Escobar en su poema “En la luna”. Ambos, el poeta y el escritor, el señor de la cortesía y el ácido y genial columnista, murieron en viernes cultural. Un terrible viernes de orfandad y melancolía.

La señora muerte se los fue trasteando, por la mañana, a uno, por la tarde al otro, y se escuchó decir que menos mal no murieron de bala, en un país en el que, a poetas y escritores, también los abalean. O los ponen en estado de sitio permanente. O los ignoran. Se murieron del corazón, que es como se mueren —o se deben morir— los poetas y escritores.

Durante tantos años, desde los comienzos de los setenta, Caballero se erigió como “la mala conciencia” de un país semifeudal, en el que se perseguían campesinos, o se les despojaba de sus parcelas, cuando no de su vida. Y con otros compadres, a los que las malas lenguas bautizaron como los “guerrilleros del Chicó”, fundaron una revista, Alternativa, que iluminó debates y mostró otras realidades que los periódicos de entonces ocultaban. Y fue una suerte de cirirí del poder. Uno de los múltiples logros de Antonio Caballero fue el de “traicionar a su clase”.

Jaramillo Escobar, alias X-504, con seudónimo de placa de taxi, o de avión, o como parte de cifras de su cédula, en los sesentas, al lado del profeta Gonzalo Arango, se erigió como una revelación, una voz distinta, con sus “Poemas de la ofensa”, que ganaron el singular premio de poesía nadaista Cassius Clay (nombre de esclavo de quien se convirtió en el más grande boxeador de todos los tiempos: Muhammad Ali). Se crio entre vacas y caballos y pájaros, en Altamira, al suroeste de Antioquia. Y, según él, esos seres le dieron una visión del mundo más exacta que la que puede dar la televisión.

Caballero, el de una sola novela, Sin remedio, y miles de columnas de opinión en las que sometió al poder, a los burócratas, al imperialismo gringo, a las mafias y presidenticos bananeros a su estilete crítico y mordaz, se convirtió en la voz de más alto nivel como cuestionador de injusticias, corrupciones y otros abusos. Con un estilo impecable y gran agudeza en su ironía. Sus artículos eran una especie de termómetro que medía la temperatura de los febriles acontecimientos colombianos, en particular. Un ineludible referente periodístico semanal.

ExX-504, el poeta que era un espectáculo leyendo sus poemas en tono bíblico, desenrollándolos como una serpiente (“¡Señoras y señores, oh señores! / Mirad esta caja roja. ¿La veis? En ella traigo mi poema”), también mostró la Violencia en su canto, la padeció, la vio y sintió cuando era inspector en Altamira, y alcalde en Anzá: “Arrojados desde aviones. Ametrallados. Bombardeados. / Los ríos crecidos arrastran soñolientos cadáveres”, dice en Las hijas del muerto.

El polifacético Caballero, historiador, cronista taurino, caricaturista, columnista, reportero, novelista, muerto a los 76 años, deja una estela de dignidad y buena escritura, de crítica honesta y denuncia. Uno de sus últimos cuestionamientos al régimen de Duque, a su represión sangrienta al paro nacional, lo escribió en su columna en Los Danieles, sobre la visita de la CIDH al país y la superficialidad presidencial, consistente en maquillar la realidad: “Que maten gente está bien. Pero que no se sepa”.

Jaime Jaramillo Escobar, autor de “Poemas de tierra caliente” y “Sombrero de ahogado”, entre otros, muerto a los 89 años, deja una herencia cultural, con sonoridades de ríos y selvas, de urbes y villorrios. “—Esos que veis son los pobres. —Han venido para mirar de lejos a vuestra Reina. Tenemos muchos pobres. A decir verdad, todo el país es muy pobre. —Será que no os esforzáis lo suficiente. También nosotros fuimos pobres e ignorantes al comienzo, pero ahora tenemos a la Reina”, dice en Visita de la reina Isabel a Colombia.

Antonio y Jaime (así, en confianza) se han ido. Y, en efecto, han dejado huérfano a un país, el de los necesitados de palabras verdaderas, que los extrañará y seguirá llorando sus ausencias. Se dirá que siguen vivos su patrimonio, sensible y racional; sus músicas y agujazos; sus lecciones y cuestionamientos. Y sí, ahí nos quedan. Pero es difícil acostumbrarse a la muerte, en particular de dos seres agudos e inconformes.

Decía Nietzsche que “el filósofo ha de ser la mala conciencia de su tiempo”. Y, por qué no, también el poeta, también el periodista y escritor. Caballero y Jaramillo ganaron esa condición, difícil y heroica. “Ganaron la luz como se gana el pan”.

Conoce más

 

eudoro(79178)15 de septiembre de 2021 - 02:51 a. m.
Estupenda antología de Caballero y Jaramillo. Quedan sus obras que son inmortales como las de los grandes.
Alberto(3788)14 de septiembre de 2021 - 11:13 p. m.
¡Excelente!
juan(71263)14 de septiembre de 2021 - 09:23 p. m.
Se van los que no debieran...
Alvaro(31173)14 de septiembre de 2021 - 07:02 p. m.
Se fue cada uno de ellos a su respectiva estrella y estarán bien. Gracias por acordarse siempre de nosotros las personas comunes y corrientes. Y por tratar de hacer entender a los de bien, que también,tenemos esperanzas y aportamos.
daniel(84992)14 de septiembre de 2021 - 03:32 p. m.
Que los residentes en España pregunten por obras de Caballero y X504. Sólo por curiosidad, a ver qué les responden...
  • daniel(84992)14 de septiembre de 2021 - 03:36 p. m.
    Y en la misma Feria del Libro que nos den el dato de los libros que vendió el Marrano.
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