Publicidad

Steiner, poesía y “pobres idiotas”

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Reinaldo Spitaletta
05 de julio de 2016 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Hoy, en muchas partes del mundo, puede haber más licoreras que librerías; más prostíbulos (algunos de ellos, deliciosos, sin duda) que escuelas; más mentirosos (sobre todo si son políticos, o, para no ofender a Aristóteles, politiqueros).

A principios del siglo XX, según un censo, Medellín tenía más putas y poetas, que artesanos, por ejemplo, lo que es bastante decir. Luego, a mediados de los ochentas y en los noventas, más sicarios que poetas.

Quizá hoy esa proporción se ha cambiado, y ahora, en la ciudad, puede haber más de los segundos que de aquellos que, en cierta forma metafórica, pueden ser menos peligrosos que los buenos poetas. Que no abundan, por lo demás.

Aquí, cualquiera se para en una esquina y grita “¡poeta!” y todo el mundo voltea a mirar. Hay, eso sí, productores de versos, a granel, que es diferente a ser poeta. Y aquí, en este punto, retomaré las palabras del pensador y ensayista y experto en literatura comparada, George Steiner. En reciente entrevista publicada en El País, de España, ha dicho que está asqueado de la educación de hoy “que es una fábrica de incultos”.

El autor de La idea de Europa, de ochenta y ocho años, es optimista en cuanto al futuro de la poesía (para el capitalismo este rubro es una inutilidad en absoluto), sobre todo en el gusto, según él, de los jóvenes. También analiza cómo los medios electrónicos comienzan su retroceso y vuelve a ser importante el libro impreso. Con una salvedad: “los jóvenes ya no tienen tiempo de tener tiempo”.

Hoy, como es fama, todo sucede a gran velocidad, desde el sexo hasta las comidas. No hay tiempo para el pensamiento, y, menos aún, para las utopías, que algunos, muy pragmáticos y a los que no conviene que los demás caminen, cuestionen, trabajen por la construcción de lo imposible, entonces les parece una idiotez. Y ante estas aseveraciones, el autor de La muerte de la tragedia, dice que las utopías serán “idioteces vitales”. “Un profesor que no deja a sus alumnos pensar en utopías y equivocarse es un muy mal profesor”, apunta.

Hoy, solo hay tiempo para pensar en el dinero, para conseguirlo a cualquier costo. El olor del dinero lo infesta todo y el objetivo es ser rico. A lo que se suma, según Steiner, “el desdén de los políticos hacia aquellos que no tienen dinero”, vistos como “pobres idiotas”. Un asunto que Marx ya había  avizorado en sus análisis sobre el capitalismo.

Ah, y mientras Steiner está preocupado por el pensamiento, la educación, la poesía, la cultura, un mercachifle advierte que América Latina necesita menos poetas y más técnicos y científicos, en una falsa dualidad. América Latina requiere científicos y poetas y escritores y técnicos, y liberarse de los leoninos tratados de libre comercio. Y son tan importantes las humanidades como el estudio de las ciencias y las tecnologías.

Pero volvamos a Steiner y su entrevista. Sobre las ciencias y su “imparable avance”, el paradigma es Stephen Hawking: “su mente nos ha llevado al extremo del universo”, dice. Y realiza un planteamiento distinto al del mercaderista. “Ningún novelista, dramaturgo, poeta o artista, ni siquiera el mismísimo Shakespeare habría osado inventar a Stephen Hawking”. Y ahí entra en una suerte de asunto melancólico, al expresar que “su instinto” le dice que la humanidad no tendrá un nuevo Shakespeare, ni un Dante, ni un Miguel Ángel, ni un Cervantes, ni un Mozar ni un Beethoven.

Todo esta parte asusta, según la visión de Steiner, “porque una cultura sin grandes creaciones estéticas es una cultura empobrecida”. Así es que se requieren, para alcanzar altas cotas de civilización, la poesía, la literatura, la música, pero, a su vez, la física, las matemáticas, la química, en fin. Y para estas “aplicaciones”, en particular en América Latina, habría que tener resueltas categorías fundamentales como la libertad y la independencia.

Steiner nos conecta de nuevo con las utopías, la necesidad de la cultura, la visión de lo contemporáneo ligado a la historia. Y la reivindicación de lo popular. “Homero habría entendido a la perfección a Mohammad Alí”, dice.

Sí, la poesía (y ahí caben todas las artes y las ciencias, que también son poéticas) es peligrosa. Hace pensar en la necesidad de la libertad, del pensamiento, de la independencia. Y en las utopías. Que pueden ser idioteces, según los verdugos y mandamases, pero que ayudan a caminar y a pensar.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.