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Uno de los protagonistas de la que, a simple vista, ha parecido como un altercado de alcoba, está acusado de ser el hombre más rico del mundo, lo cual ya es sospechoso. Y el contrincante es “el hombre más poderoso” del planeta, lo que es un auténtico peligro. La pataleta entre los dos “colosos”, uno sudafricano, al parecer nacionalizado estadounidense, y el otro, con origen en la inmigración a la que tanto detesta, es el presidente del imperio. Trump y Musk son césares de la decadencia, como diría Vargas Vila, nuestro gran panfletario colombiano.
O tal vez son como divas emperifolladas en disputa por quien tiene el primer rol de la opereta bufa, que es la política en general, pero más la yanqui, en particular. Una y otra estrellita son definitivas en la manutención de un sistema putrefacto, que tiene en ellas dos puntas de lanza que, según se ha visto, saben que en USA “no hay cama pa’ tanta gente”, y la gente son ellos dos, que son dueños hasta del espacio sideral.
Esta pareja desavenida, que tuvo un matrimonio por conveniencia, se alteró en los últimos días y entrambos pusieron a temblar las bolsas y a lanzarse pullazos: “Qué ingratitud”, decía uno, y el otro advertía que su “ex”, pobrecito, tenía un problema. Amenaza va y amenaza viene, con chancleteo y todo. “Sin mí no hubieras ganado las elecciones”, dijo el superricachón. Y el otro, como si escenificara una pataleta de almacén, dijo que iba a vender su Tesla (ah, y Mujica que andaba en un viejo escarabajo, pobre tercermundista), que compró hace unos meses para apoyar la empresa del magnate.
La escandalera fue subiendo de tono. Todo mostraba que no había punto de conciliación. Dividieron cobijas. Uno, el ultrapoderoso dueño de una red social (que se puede tachar con una X), estalló en vocinglería y señaló al otro de “ingrato”. Además, subiendo el tono, puso en X que Trump estaba en los “Archivos Epstein”, el mismo de los abusos a menores, el de la pederastia y dueño de otra red, la muy criminal de explotación sexual. Y ahí fue cuando el de la X le dio “me gusta” o “corazoncito” a alguien que dijo que Trump debería ser destituido y reemplazado por el vicepresidente.
Parece, según se infiere, que el sudafricano “perdió” los doscientos ochenta milloncitos de dólares que invirtió en la campaña de su copetón. Aunque, como se sabe, eso es parte del negocio de uno y otro, porque es una parejita que sabe hacer cuentas. Yo te doy, tú me das. Y las plusvalías aumentan para el uno y el otro, o una y otra. Te doy el mercado sideral de naves espaciales y otras cosillas. Ah, y si no querés seguir conmigo, dice el pelianaranjado, entonces rescindo los subsidios y los contratos estatales que te hice.
Uno y otro de los miembros de esta pareja ahora dispareja muestran quiénes son los dueños del mundo. Y el rol de la llamada democracia, que es solo negocio, inversión de transnacionales, dominio del orbe a través de la política o de la guerra, si fuera el caso (y casi siempre es el caso). Es un síntoma de las ganas infinitas de extender el poder, el del saqueo a los pueblos sometidos, el de hacer lo que se les da la gana para imponer políticas de subyugación a los explotados por el capitalismo salvaje y el imperialismo.
Volvamos con las “primas donnas”. Una de ellas, la de las naves galácticas y las redes, en medio de la pataleta dijo que había que crear otro partido político (¿más? Allá hay otros partidos, que siempre el bipartidismo los borra). Claro, eso es más inversión económica en la política. Lo que está en juego es el billete. Lo demás es parte de la eterna demagogia. La otra estrella, en apariencia sin dar importancia a los taconazos rivales, dijo que no pensaría más en ella e hizo mutis por el foro.
Pero eso sí, volvió a advertir: “Vamos a revisar los contratos. Eso es mucha plata”. Y, como si fuera poco, al leer un dato en The New York Times, Trump dijo que el comportamiento “loco” de Musk estaba conectado con el consumo de drogas. Así que las zambras “matrimoniales” sirven para sacarse los trapitos al sol. Lo que se ha dicho, después de ambos tirarse de las mechas, es que Trump no es leal a nadie, excepto a sí mismo. Es otro magnate que con la política ha engordado su tesoro personal.
A la larga, el interés de uno y otro, que parecen estar en un alborotado gallinero, es el “negocio, socio”. El poder de don dinero está en el ring. Ya uno de la extrema derecha gringa, Steve Bannon, dijo que Musk es un inmigrante ilegal. ¿Lo deportarán? Nah, eso es pa’ pobres.
