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Hace unas dos semanas se cumplieron 90 años del estreno, el 18.2.1933, del film checo Ekstase [Éxtasis], uno de los mayores escándalos de la historia entonces todavía joven del séptimo arte. Para evitar la censura nazi, harto más mojigata que la checa y la austríaca, se rodó una versión alternativa de aquellas escenas donde Hedy Lamarr desnuda aparecía oculta en parte por unos arbustos ubicados de manera estratégica.
Pero un año después, en el Festival de Venecia fue nominada como mejor film extranjero, y Gustav Machatý, su director, ganó el León de Oro para el mejor de la muestra. [Congruentemente fue también en el Festival veneciano donde el 2019 ganó el premio al mejor film restaurado].
Las razones para el escándalo fueron dos: se veía a la protagonista nadando desnuda en una laguna, ¡era el primer desnudo en el cine en una película no pornográfica!, y por si ello fuera poco, había una escena en la que era evidente que sentía un orgasmo, aunque nada más lo fingiera. Aquí debe reseñarse que “éxtasis” era por esos tiempos un eufemismo para hablar del orgasmo, comprobable en la narrativa contemporánea, de manera especial en la literatura erótica, pero no sólo: creo recordar que Valera lo usa en Pepita Jiménez.
La publicidad en España se hizo con un cartel donde podía leerse “Si es Vd. persona inteligente no dejará de ver Éxtasis, el mejor film del mundo” y se veía un caballo rojo encabritado tras el perfil de un desnudo femenino integral.
Hedy Lamarr, la protagonsta de Éxtasis, tenía 19 años al filmarla, y ese mismo año se había casado con un fabricante de armas judío que se las vendía a Hitler y Mussolini. Su marido le prohibió volver a filmar, para que nadie la viese desnuda quiso comprar todas las copias de la película y a ella la mantenía encerrada en su pabellón de caza, del que logró escaparse en 1937, vender sus joyas y financiarse así el viaje a Londres. Allá se encontró con Louis B. Meyer, quien la contrató para la Metro y la promocionó como “la mujer más bella del mundo”.
Se casó seis veces, tuvo tres hijos y patentó una versión temprana del salto en frecuencia, para construir torpedos teledirigidos que no pudieran ser captados por el enemigo. Su aplicación civil es reciente: en él se basa el WiFi. Como actriz, su película más famosa fue Sansón y Dalila, con Victor Mature, y al respecto hay una anécdota buenísima de Groucho Marx, mencionando de modo expreso los pechos de Hedy Lamarr. A Groucho lo invitaron al estreno de Sansón y Dalila y no aceptó la invitación alegando que no veía filmes donde las glándulas mamarias del protagonista eran más grandes que las de la protagonista. ¡Grande Groucho, genio y figura!
