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Basir Ahang es un lírico afgano que participó en el 25º Festival de la Poesía de Medellín y de quien descubro un poema titulado Bogotá, dedicado “al pueblo colombiano que ha sufrido durante más de medio siglo”. Con la ayuda de la mejor aplicación trujamana que se conoce, www.deepl.com, lo aproximo del inglés a nuestra lengua. Dice, o creo que dice, lo que sigue:
“¡Bogotá! //Viva tu arcoíris /y Providencia, la joya de tu corona /Tú, la tierra dorada, roja y azul /sonarás en la canción /La Sonora Dinamita seguirá tocando /al ritmo de la cumbia /y su son de cadena de acero /llevando en los tobillos de los esclavos /un mensaje de libertad /¡Sonríe! /Ahora es el momento de levantarse de nuevo /Hace más de medio siglo /que más allá de estas nubes oscuras /respiraba un osado cielo de cobalto /Durante medio siglo /Providencia el paraíso /ha esperado tu chispa /para romper por fin el ciclo roto /y traer la esperanza a su verde costa /Gabo escribirá de no más amor en los tiempos del cólera /y sus hijos del mañana /se tomarán de la mano /para bailar cumbia y vallenato /¡Levántate! /Bolívar está esperando a Totó la Momposina /para empezar a murmurar una canción /sin tener en cuenta el sabor del tabaco que aún le amarga la boca”.
A La Sonora Dinamita la detecté gracias a mi gran amiga Miss Hortensia Google (a ver cuándo sale una banda que se llame El Oloroso Napalm). Y desde mi bachillerato gozo la manía de los planos, mapas y atlas, y mis notas en geografía siempre fueron altas, por lo que conocía la existencia de Providencia, mucho más con la reciente tragedia, pero lo que no acababa de entrarme en el coco era la relación entre una isla caribeña y el páramo santafereño. Ahora sé que hay un barrio bogotano llamado Providencia, pero igual no me aclara la relación con una costa verde (green coast). Entiendo, pues, que Basir Ahang estuvo en el Festival de Medellín y lo llevaron a conocer Providencia y Bogotá, y luego de una cuidadosa relectura del poema, sobre todo haciendo hincapié en su dedicatoria, y mal que le pese a la ciudadanía de Bogotá, mi hipótesis nada descabellada es que el poema debía titularse Colombia y el autor trastabilló mentalmente y le encajó el topónimo de Rolópolis.
Pienso al formular la hipótesis en algo que me dijo una buena amiga paisa a quien consulté: “Se me ocurre un comentario que repetimos mucho en Colombia cuando alguien dice o hace algo a lo que no le encontramos explicación: “Se la fumó verde”. Se refiere, por supuesto, a la marihuana. Según parece, fumarla verde te lleva a tales extremos”.
Si bien no deberíamos olvidar que también la poesía es una droga... aunque la DEA no lo sepa. Todavía.