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Yo soy como el picaflor

Cambié de opinión… hace tiempo sobre la llamada Navidad

Ricardo Bada
22 de diciembre de 2023 - 10:33 p. m.

*Invitamos a nuestros columnistas a contarnos de las ideas que defendieron y que, ahora, perciben de manera diferente. Esta columna es parte del especial #CambiéDeOpinión.

Pensándolo bien, no es que haya cambiado de opinión, ya que nunca defendí la idea de la Navidad, ni tampoco la ataqué. En relación con ella y mi niñez, lo único que recuerdo es que ese día solía pasarlo en la cama, siempre me enfermaba ese día y no sé a qué achacarlo.

Lo que sí fue cambiando con el correr del tiempo, y hace unos veinte años –de repente– en el abarrotado mercado navideño de la Plaza Mayor de Madrid, es mi percepción de esta fiesta, al menos en el Occidente llamado cristiano. El 12.12.2008, hace ya de esto 15 años, publiqué en estas mismas páginas una columna acerca del tema. Dejé dicho allí que en ese mercado navideño, una y otra vez me venía al pensamiento el chiste gráfico irlandés con Jesús caído con la cruz a cuestas camino del Calvario y mirando perplejo a un grupo de enmascarados que lo encañona con metralletas y le apremia: “¿Católico o protestante?” Paradójicamente, su salvación en el chiste quizás hubiera dependido de que contestase la verdad: “Judío”.

Entiendo que debemos repensar nuestras circunstancias haciendo borrón y cuenta nueva con lo que se murió y parece que sigue vivo por inercia. Pondré el ejemplo de Argentina: tengo buenos y queridos amigos, con el corazón en su sitio (supongo que saben que es el izquierdo), y que votaron por Milei, pero no porque Milei les convenciera de nada, algunos incluso sabían a lo que se exponían

Y entonces, se preguntarán ustedes, ¿por qué votaron por él? Sencillamente porque estaban hartos de la cleptocracia disfrazada de peronismo, de partido político, y tal vez porque no les importaba que sigan robando al país (aunque ¿les queda todavía tanto que se pueda robar?), pero que al menos cambiasen las caras. Seguro que conocen la fórmula del Gatopardo: todo tiene que cambiar para que todo siga igual.

Y en ese orden de cosas, no entiendo cómo es que para celebrar el nacimiento de

un niño que vino al mundo pobre de solemnidad, y que cuando adulto predicó una doctrina de renunciamiento y apartarse de los bienes terrenales, millones de personas en el mundo entero gastan a manos llenas hasta un dinero que no tienen, en honor de Mercurio, el dios griego del comercio.

Cada vez que vuelven estos últimos días del calendario me siento compulsivamente motivado a pedir que olvidemos de una vez para siempre la entretanto hipócrita fundamentación de los festejos. A pedir a quienes corresponda que tengan el coraje civil de rebautizar la fecha y no llamarla más Navidad sino Día Internacional del Regalo. El Uruguay dio un ejemplo soberano hace ya más de un siglo, cuando las leyes sociales del presidente Batlle y Ordóñez convirtieron la Semana Santa en la Semana de Turismo.

 

Mar(60274)23 de diciembre de 2023 - 10:22 p. m.
La misma paradoja de los que predican la pobreza y son de los más ricos del planeta y de los mismos que predican la castidad y cometen los peores delitos en contra de los niños y las niñas impunemente, amparados por el poder que da el dinero adquirido en sus predicas de pobreza y castidad no cumplidas.
Mar(60274)23 de diciembre de 2023 - 09:35 p. m.
De acuerdo con usted.
Maribel(27840)23 de diciembre de 2023 - 05:17 p. m.
Buenísimo. Y apoyo la propuesta.
Pedro(18355)23 de diciembre de 2023 - 05:09 p. m.
Compulsivamente, la ataca.. No. La Navidad es de los niños y los regalos son una parte muy emocionante, una celebración. De todas maneras, los niños están siempre necesitando cosas nuevas, y la Navidad es la ocasión. En los países del norte que se la inventaron en su versión moderna, es una celebración en medio del frío, que da calor y luz. Tiene canciones, comidas, paseos por la nieve... ¿Por qué no, hombre? Y si uno recuerda el tema del sacrificio, si eso le habla, pues también Pa'todos hay
  • Ricardo(67977)23 de diciembre de 2023 - 11:35 p. m.
    Es sabido que en el Imperio Romano los censos se celebraban en los meses de verano, porque no había autopistas, y los caminos se volvían intransitables con las lluvias. ¿A qué censo acudieron, pues, hasta Belén, el carpintero de Nazareth y su familia? ¿En pleno invierno? ¡Amos, anda, como dicen los madrileños castizos.
  • Mar(60274)23 de diciembre de 2023 - 09:34 p. m.
    Es la culminación del lavado de cerebro religioso, dónde la mentira se legaliza por parte de los padres que sin ningún escrúpulo le dicen mentiras a sus hijos y los dejan vulnerables ante unos pedófilos.
Gines de Pasamonte(86371)23 de diciembre de 2023 - 02:07 p. m.
Respetable tu criterio, Ricardo. De todas formas, la natividad es una celebración inveterada en occidente y, por lo menos, nos pone a pensar, así sea un poco, en el mensaje de ese gran Hombre, Dios: Jesucristo. A ti y a tus asiduos lectores, los invito a volver a ver dos grandes pinturas: el Cristo de Velázquez, o bien, la Crucifixión de Matías Grünewald, esta última, inspiro a Canetti a escribir su solitaria novela: Auto de fe.
  • Ricardo(67977)23 de diciembre de 2023 - 11:29 p. m.
    Bueno, mi querido Maese Pedro, empecemos por reconocer que no existe otra palabra que la del mismo Jesús para testimoniar que es el Hijo de Dios (uso las mayúsculas por respeto a la costumbre cristiana). De manera que si no tenemos más remedio que reconocer eso, el resto anda sobrando. Diría yo. Y las crucifixiones no me parece (con prescindencia de su valor artístico) que documenten otra cosa que un asesinato legal. No estoy por la labor, aunque, eso sí, respeto las creencias de cada quién.
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