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El serbocroata y la guerra civil (Yo soy como el picaflor)

Ricardo Bada
31 de mayo de 2024 - 11:21 p. m.
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Cuando me fichó la Radio Deutsche Welle en Colonia (Alemana), en enero 1965, la que suelen llamar “la BBC alemana” transmitía por onda corta en, según recuerdo, 49 idiomas, entre esos el serbocroata, del que no tenía la menor idea de su existencia.

Yo iba siempre a la redacción en bici, menos los días que había hielo, uno de los mayores peligros para los ciclistas. En esos casos llegaba a la parada del bus 130 a 2 de mi casa, y esperaba el que me llevase a la RDW. Me dejaba ante su puerta. Herr Peric, serbio de Belgrado y jefe del servicio serbocroata, era mi vecino e íbamos camino de al lugar casi a la misma hora. Si me veía en la parada, detenía su carro, me hacía señas de que subiese, y charlábamos mucho durante el trayecto.

Una vez mencioné de pasada el idioma sebocroata y se puso serio: “El serbocroata no existe, Herr Bada. Es un invento creado a partir del serbio, el croata, el bosnio y el montenegrino, y suele escribirse en caracteres cirílicos en Serbia y Montenegro, mientras en el resto del país se escribe en caracteres latinos, y eso es todo”. Me dijo luego que nació como consecuencia de un acuerdo entre filólogos serbios y croatas a partir de los Acuerdos de Viena del siglo XIX, que dieron lugar a la creación de la llamada Yugoslavia.

Como es lógico, entendí muy bien que en un Estado que presumía de multi casi todo (desde las nacionalidades hasta la religión), a Tito le había venido como “yelito” al whisky la existencia de una creación idiomática unitaria, que, claro está, desapareció al desaparecer aquella entidad artificial llamada Yugoslavia.

¿Por qué cuento esto? Porque a lo largo de mi vida me he visto enfrentado a ciertos desajustes idiomáticos que me han llamado la atención. Por ejemplo, nací dos meses y diez días después de terminada la que suele llamarse “guerra civil” española, me he criado en un entorno colectivo donde estaba siempre presente, entre vencedores y vencidos, de los que conocí a varios, entre ellos al jefe del PSOE en mi ciudad, que se salvó del pelotón de fusilamiento porque su hijo (adoptado) era… falangista.

Hasta que llegó el día en que creo que tuve el primer atisbo de conciencia política e histórica y me pregunté, muy joven aún: “Guerra ¡¿civil?!” ¿Cuándo se ha visto en el mundo fenómeno más incivil que una guerra fratricida, una guerra entre hermanos? ¿Fue la pelea homicida de Caín y Abel la primera de las guerras civiles?

Confieso que seguí usando esa insensata paradoja por comodidad: llamarla guerra fratricida, aunque se entienda, va a contracorriente con el uso establecido, y no solo en castellano. Pero cada vez que lo digo o lo escribo me queda un sabor ácido en el paladar.

Conoce más
hernando(26249)01 de junio de 2024 - 04:20 p. m.
Bien Bada
Atenas(06773)01 de junio de 2024 - 11:36 a. m.
Del canibalismo entre la misma especie, asunto abstruso y cuán difícil discernir. Si provenimos por creación divina, la sagrada biblia cuánta sangre destila; o si somos fruto de la evolución como lo plantea el israelí Y. Harari y reafirma lo q’ la ciencia hoy sustenta, la naturaleza es el más vívido ejemplo de una lucha q’ no cesa y de múltiples repercusiones. Me aferro al optimismo de q’ la especie, lenta y tortuosamente, superará tal inclinación. Interesante asunto. Atenas.
Eduardo(27855)01 de junio de 2024 - 10:10 a. m.
Interesante concepto “guerra fratricida” ; desde la perspectiva universal, todos los humanos somos “hermanos”; para las guerras y las guerrillas de hoy, el concepto encaja sin duda: Rusia-Ucrania (guerra entre eslavos), Israel-Palestina (entre semitas), Sudán, Siria, Colombia …
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