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Alianza Pro-Anti-Uribista

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Roberto J. Camacho
10 de junio de 2009 - 01:30 a. m.
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Visto en conjunto, los pronunciamientos hechos por diversos voceros de grupos políticos desestimando la aspiración de Sergio Fajardo a la Presidencia, parece más una intervención colectiva con solidaridad de cuerpo no consensuada, que crítica natural de la competencia política.

Primero fue Andrés Arias, ex ministro y precandidato del Partido Conservador, quién sugirió que Fajardo despejaría Florida y Pradera, infiriendo una sindicación de “intento de sospecha”, al expresar una hipótesis que se engendra en sus propias reflexiones.

Luego el senador Rodrigo Lara, muy cercano al líder de Cambio Radical, Partido profundamente involucrado en la Para política, algo que no parece molestar al hijo del inmolado Ministro de Justicia del siglo pasado, afirmó que el periplo de Fajardo, único hasta ahora, por Orinoquia y Amazonia, fuera coordinado por el Ex asesor presidencial para municipios Alfázar González, con los alcaldes de la región, lo que es plenamente inexacto y con toda certeza el Senador Lara no puede sostener.

A renglón seguido Fabio Echeverri, gerente de las dos campañas del presidente Uribe, afirmó en una entrevista que el ex alcalde habría afirmado estar en contra de la “seguridad democrática”, expresión que sorprendió a muchos, pues todos aquellos que hayan seguido con atención las declaraciones de Fajardo podrán dar fe de no haber escuchado o leído jamás algo parecido.

Tampoco es de olvidar que, Luis Carlos Restrepo hoy líder del Partido de La U, aun siendo Comisionado de Paz, generó la especie de acuerdo a la cual se habría manejado la inserción de los paramilitares en Medellín, bajo aspectos irregulares, cuando el hecho real fue que la decisión de un gobierno local, le dio la mano al nacional a solo siete meses de haberse iniciado.

Por último, más recientemente, se han empezado a hacer evidentes los ataques de persistentes contradictores del Gobierno a la cabeza de Ramiro Bejarano o Felipe Zuleta, cuyas herramientas dialécticas preferidas son la ironía y el sarcasmo. Al paquete se suma también el caricaturista Vlado.

El que hoy se observe al uribismo y al anti-uribismo unidos, apuntando sus dedos para pretender reprobar una aspiración a la que tiene derecho cualquier colombiano con las calidades que expresa nuestra Constitución, tiene a mi juicio una sola explicación y es que por primera vez, quienes están empeñados en enredar al país en ese dilema maniqueo, ven en Fajardo una amenaza real por cuanto ha demostrado que puede hacerle ver a Colombia lo inútil del debate anti-pro-uribista.

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