Un Ministerio como el de Agricultura, utilizado como herramienta para favorecer intereses particulares, una gobernación acéfala, como la del Valle del Cauca, por beneficiar un interés electoral específico y un Partido político tradicional y con esencia ideológica, como el Conservador, inclinado con premura ante la coyuntura son, en exceso, oscura moñona de lo que podría ser calificado como una página negra en la vida institucional colombiana.
Un breve repaso a estos sucesos recientes, nuestra memoria “ram” es cada vez más corta, nos muestra la existencia de un sistemático comportamiento en el diario trajinar, haciendo evidente lo que puede llegar a ser el verdadero J.J., no el venezolano, que a pesar de todo lo referido, pareciera haber sido vilipendiado antes que evidenciado, sino el colombiano, que desde el interior de los espacios en que participa, promueve el uso institucional en propio beneficio.
No tengo presente en la historia, un juicioso académico podría darme la mano, a compatriota alguno que en tan corto tiempo se haya ocupado de debilitar tan veloz y eficientemente, una Ministerio, una Gobernación y Partido Político; asuntos ellos todos, que hoy forman parte del menaje del doctor Santos cuyo llamado a la unidad nacional parece estar siendo primera y diligentemente atendido por quienes representan aquellos elementos democráticos que siempre hemos rechazado.
Aprendí de mis mayores una guía para la valoración a priori de las consecuencias por sus causas, en donde la sabiduría popular se expresa con el adagio “Por la maleta se conoce el pasajero”. El próximo 20 de junio Colombia deberá optar por uno de dos caminos o dos maletas, la que ofrecen Santos-Garzón y su carga histórica con fachada de Frente Nacional o la valija Mockus-Fajardo que ofrece alternativa a esta forma de hacer la política.
En la maleta de Mockus-Fajardo se encuentran palabras y experiencias, reflejo innegable de los tres principios que promueve; la cuota de poder que los ciudadanos le han permitido tener a quienes lo lideran, así como a Peñalosa y Garzón, que acompañan, siempre fue utilizada con decoro y pulcritud.
La otra valija parece mucho más pesada, tiene éxitos que sería absurdo negar, pero están en cabeza que quien hoy ya no lidera el proceso, por lo menos en términos de las oportunidades democráticas colombianas; pero también trae muchas “mañas”, entre ellas todo lo que ha sido hecho con los Ministerios, Gobernaciones o Partidos en los que se ha formado parte.