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Gay Talese, el mejor contador de historias que conozco, me dejó inquieta hace unas semanas durante su más reciente visita a Bogotá. Con la cuchara apuntando su postre helado, después de horas de entrañable charla, me desgranó la relación de amistad que, a sus 82 años y que por más de 30, mantiene con la imponente modelo Carmen Dell’Orefice.
La dueña de la más afilada nariz, del pelo más níveo y de la flacura más arrolladora nació en 1931 y lleva en la industria de la moda más de 60 años. Calculen: a los 15 hizo su primera campaña como modelo fotográfica. Talese y Carmen comen y acuden juntos con frecuencia a eventos culturales en Nueva York. Pero, sobre todo, conversan gozosamente. Se confiesan tantas cosas. ¿Cómo ha hecho cada uno de ellos para mantenerse en unas carreras, la periodística de él y la de modelo de ella, que tienen en común su carácter efímero? ¿Qué vuelve perdurable lo que haces, la industria en la que trabajas más que tu pasión y talento?, ¿o es al revés?
Las respuestas esquivas aparecieron con más preguntas en las últimas horas al ritmo de las actividades que se suceden en el Parque de la 93, en el norte de Bogotá. Allí finaliza hoy la cuarta jornada del Círculo de la Moda de la ciudad, donde la gente entra y sale de los pabellones comerciales, del salón de desfiles donde además de presentar las colecciones de diseñadores reconocidos y anónimos, han tenido lugar conferencias sobre tendencias de moda y mercadeo de la industria. Con la palabra “Historias”, los organizadores han convocado esta cita que claramente no pretende ser un territorio empresarial de alto calibre para la industria, como sí lo es en cambio el pionero de todos: Colombiamoda en Medellín, pero que tiene, al estilo de los que tienen lugar en Barranquilla y Cali, un sello marcado de evento social: ver para creer, mostrar y fotografiarse. ¿Cómo se está construyendo la MODA en Colombia, esa área de la cultura que nunca aparece en las políticas públicas?
Felipe Castro tiene 21 años, estudia diseño en La Salle College y con un par de amigos de estudios no ha dejado pasar un solo desfile. Sopla su flequillo estirado. Lo suyo es la “lencería de seducción”, ropa íntima que cumple funciones terapéuticas y de estimulación en el sexo. Calzoncillos con anillos de presión, wonderbras para nalgas. La moda y la psicología en las relaciones sexuales. Me aclara que lo suyo no se tiene que encasillar en el porno, sino en un estilo “sado-chic”. Que vive enfrentando tabúes pero le da igual, le fascina su tema. ¿Están preparadas las pasarelas para modelos desnudos que, en vivo, ceden sus cuerpos a los diseñadores?
Los aplausos retumbaron al finalizar la presentación de Mónica Holguín bajo la marca Pepa Pombo. Todo un ir y venir de piezas exquisitamente fabricadas, cosidas, anudadas, que se deslizan como caricias por los cuerpos. Me trajo a la memoria unos versos de Juan Manuel Roca: “Las dunas del desierto/ elaboran texturas para el Simún,/ pero no enseñan su arte en los salones./ Festejemos a las dunas/ y su clamoroso público: el viento”.
La moda va y viene. La industria permanece. Sus talentos tienen que encontrar espacio y apoyo para perdurar, así sea en ráfagas de aire como las pasarelas que enloquecieron a las caraqueñas que hoy asisten a eventos como el del CMB en Bogotá. “¿Esto en Caracas? Imposible, ni sueñes, ¡como están las cosas allá!”. Ole, me digo, ¿así no hablábamos nosotros hace unos años de nuestra capital?
