PERIÓDICAMENTE LAS DEMOCRAcias cambian la dirección del Estado para asegurar el buen gobierno de la sociedad.
Esto porque el poder absoluto corrompe absolutamente. La sustitución en el poder opera en Colombia mediante una fiesta democrática en la que la mayoría elige la mejor opción entre los candidatos a dirigir el Estado. Las consultas populares son un mecanismo de participación que nos prepara para la fiesta democrática mayor, la elección del primer mandatario en los regímenes presidenciales. Consustancial a la contienda electoral es la presencia de los medios de comunicación masiva y su interés en promover la democracia. Por ello es de celebrar el enorme interés de la prensa, la radio y la televisión en las consultas del Polo Democrático Alternativo y del liberalismo.
Impresiona el respaldo brindado a Gustavo Petro por columnistas de derecha como María Isabel Rueda o Mauricio Vargas, por periódicos de amplia difusión nacional y por revistas como Semana y Cambio. Contribuyen todos ellos al fortalecimiento del Polo. Contrasta el apoyo del “cuarto poder” con la simpatía de cientos de miles por Carlos Gaviria, entre ellos indígenas, campesinos, recicladores, jóvenes, LGTB, sindicalistas, pensionados, mujeres y profesionales e intelectuales de derecha e izquierda, apoltronados o no. Bienvenido el interés de grandes porciones de la población por una alternativa de poder diferente al actual gobierno, favorecido por sus aciertos pero desprestigiado por las máculas del narcoparamilitarismo y de la corrupción. Los elegidos en la consulta enfrentarán al presidente-eterno-candidato o, en su defecto, a los indecisos de la U y del Partido Conservador. Tanto el Polo como el liberalismo saldrán fortalecidos de la contienda electoral este domingo.
Las nuevas generaciones pronto podrán mirar esperanzadas el futuro del país, con partidos políticos unidos (el Polo) y renovados (el liberalismo). Sus programas, aunque con grandes diferencias, coinciden en la defensa de los derechos y de las libertades básicas, en el valor del disenso y en el respeto de la diferencia y el pluralismo. Esta oposición se enfrentará en 2010 a una visión amante del orden, de la autoridad y de la pertenencia unitaria a la comunidad nacional. No en vano la oposición se identifica con la Constitución de 1991, mientras la coalición de gobierno prefiere restaurar la de 1886. La primera opción rechaza la salvación de la patria a costa de una dudosa justicia transicional favorable a los victimarios y desfavorable a las víctimas. La segunda, aupada por oportunistas políticos y latitudinarios columnistas, justifica los crímenes de las “autodefensas” ante el mal mayor de la amenaza “roja”. El miedo, eficaz estrategia electoral, asume ahora la forma de un complot internacional. Un claro signo de posturibismo.
La contienda electoral del domingo dará inicio a una confrontación ideológica trascendental para la vida democrática del país. Las propuestas son diametralmente diferentes, especialmente en un partido con la diversidad y el pluralismo del Polo. Mientras Petro luego de valientes debates ofrece perdón a parapolíticos, paramilitares y guerrilleros a condición de que devuelvan el poder y las tierras, Carlos Gaviria ofrece justicia a las víctimas y respeto al Estado de Derecho. Llama la atención que el procurador Ordóñez, ampliamente votado en el Congreso, busque la nulidad de los procesos judiciales reasumidos por la honorable Corte Suprema de Justicia contra los congresistas con vínculos paramilitares que renunciaron al fuero. Coincide así el ultraconservador Catón con la propuesta petrista de “hacerles pasito” a parapolíticos que posiblemente integraron el aparato organizado de poder. Todo bajo la observancia de la justicia penal internacional. No es poca cosa, entonces, lo que está en juego en la fiesta democrática del domingo. ¡Participemos!
