De cara a las elecciones presidenciales, el ajedrez político de los partidos de la coalición de gobierno se mueve simultáneamente en dos sentidos: asegurar la reelección de Santos y establecer desde ya las condiciones de su sucesión.
Juan Manuel Santos cuenta hoy con el apoyo del Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical, tres organizaciones políticas que en este momento están en la competencia de armar sus listas a Senado.
En el Partido de la U se viven momentos de confusión por la ausencia de un liderazgo que asuma los arbitrajes necesarios para confeccionar las listas a Senado y Cámara. La llegada de Sergio Díaz-Granados es sin duda muy positiva, pero hereda un partido convertido en una galaxia de personalidades con dificultades para lograr unidad de propósito. El partido sin duda se verá afectado por la llegada de la lista uribista, que por tratarse de una fuerza completamente nueva obtendrá tantas curules como le quite a otros partidos, y en particular a la U.
En el seno del Partido Liberal se están presentando movimientos telúricos que en el mediano plazo pueden provocar terremotos internos. Juan Manuel Santos entiende hoy que la dirección del expresidente Gaviria y de su hijo, Simón, no recoge los diferentes matices que conforman el espíritu de la colectividad roja. Los recientes cambios en el gabinete expresaron la necesidad de buscar liderazgos liberales más amplios y briosos a fin de inspirar a las masas rojas del país. Por otro lado, las figuras más representativas del partido en el Congreso no parecen muy contentas con la idea de ir en un barco en el que todos reman para cumplir con el deseo de César Gaviria de ofrecerle la Presidencia a su hijo en cuatro años... Como escribió Ortega y Gasset, algunos no quieren luchar sino simplemente vencer.
Por los lados de Cambio Radical, el partido cuenta con el liderazgo fuerte de Vargas Lleras, que a su vez debe sacar adelante —en ámbitos separados— la reelección de Santos y las listas de su partido. La revista Semana lo graduó de vicepresidente de Santos, una fórmula que de pronto peca por ser exclusivamente bogotana, pero que sin lugar a dudas le imprimiría a la candidatura de Santos un segundo aire. En cuanto a la dirección del partido, acertaron designando a Carlos F. Galán.
En la Unidad Nacional, los tres bloques de origen liberal tomaron el camino de la reelección y están organizando sus fuerzas para definir desde ya las condiciones de la sucesión de Santos. Aún no se sabe qué pueda pasar con los conservadores, que se debaten entre la simpatía de sus bases con el discurso anti-Farc de Uribe y la competencia que les significa el expresidente. Decidieron posponer su decisión presidencial para diciembre, y posiblemente la aplacen de nuevo hasta las parlamentarias de marzo, elecciones que se convertirán en una verdadera primera vuelta presidencial.
De cara a las elecciones presidenciales, el ajedrez político de los partidos de la coalición de gobierno se mueve simultáneamente en dos sentidos: asegurar la reelección de Santos y establecer desde ya las condiciones de su sucesión.
Juan Manuel Santos cuenta hoy con el apoyo del Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical, tres organizaciones políticas que en este momento están en la competencia de armar sus listas a Senado.
En el Partido de la U se viven momentos de confusión por la ausencia de un liderazgo que asuma los arbitrajes necesarios para confeccionar las listas a Senado y Cámara. La llegada de Sergio Díaz-Granados es sin duda muy positiva, pero hereda un partido convertido en una galaxia de personalidades con dificultades para lograr unidad de propósito. El partido sin duda se verá afectado por la llegada de la lista uribista, que por tratarse de una fuerza completamente nueva obtendrá tantas curules como le quite a otros partidos, y en particular a la U.
En el seno del Partido Liberal se están presentando movimientos telúricos que en el mediano plazo pueden provocar terremotos internos. Juan Manuel Santos entiende hoy que la dirección del expresidente Gaviria y de su hijo, Simón, no recoge los diferentes matices que conforman el espíritu de la colectividad roja. Los recientes cambios en el gabinete expresaron la necesidad de buscar liderazgos liberales más amplios y briosos a fin de inspirar a las masas rojas del país. Por otro lado, las figuras más representativas del partido en el Congreso no parecen muy contentas con la idea de ir en un barco en el que todos reman para cumplir con el deseo de César Gaviria de ofrecerle la Presidencia a su hijo en cuatro años... Como escribió Ortega y Gasset, algunos no quieren luchar sino simplemente vencer.
Por los lados de Cambio Radical, el partido cuenta con el liderazgo fuerte de Vargas Lleras, que a su vez debe sacar adelante —en ámbitos separados— la reelección de Santos y las listas de su partido. La revista Semana lo graduó de vicepresidente de Santos, una fórmula que de pronto peca por ser exclusivamente bogotana, pero que sin lugar a dudas le imprimiría a la candidatura de Santos un segundo aire. En cuanto a la dirección del partido, acertaron designando a Carlos F. Galán.
En la Unidad Nacional, los tres bloques de origen liberal tomaron el camino de la reelección y están organizando sus fuerzas para definir desde ya las condiciones de la sucesión de Santos. Aún no se sabe qué pueda pasar con los conservadores, que se debaten entre la simpatía de sus bases con el discurso anti-Farc de Uribe y la competencia que les significa el expresidente. Decidieron posponer su decisión presidencial para diciembre, y posiblemente la aplacen de nuevo hasta las parlamentarias de marzo, elecciones que se convertirán en una verdadera primera vuelta presidencial.