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Las contradicciones de la guerra trumpista a las drogas

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Rodrigo Uprimny
02 de noviembre de 2025 - 05:07 a. m.
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La guerra a las drogas ha sido un desastre desde que Nixon la declaró en 1971: no ha logrado alcanzar los resultados que pretende, que es controlar por la fuerza la oferta y tráfico de ciertas sustancias sicoactivas, como la cocaína o la marihuana. Pero en cambio ha sido muy eficiente para producir efectos terribles: detenciones arbitrarias, asesinatos masivos (como los de Duterte en Filipinas), e incluso invasiones, como la de Bush padre a Panamá en 1989 para capturar a Manuel Noriega, un dictador alimentado por Estados Unidos: durante muchos años fue colaborador de la CIA.

El fracaso y los terribles efectos de la guerra a las drogas están ampliamente documentados y no provienen de errores operativos o falta de recursos; es una estrategia equivocada que mete en un mismo paquete fenómenos radicalmente diferentes: incluye el componente militar (la noción de guerra y la utilización masiva de las Fuerzas Militares) en acciones que, por su naturaleza, deberían ser policivas o judiciales (la represión del narcotráfico y el combate a las organizaciones criminales) con el fin de solucionar un problema, que en esencia no es delictivo sino social, a saber, la extensión del consumo y posible abuso de ciertas sustancias sicoactivas consideradas riesgosas. Y por eso tuvo razón Thomaz Szasz cuando escribió, a finales de los ochenta, que la “guerra a las drogas no es sino un capítulo más de la historia de la estupidez humana”.

Pero hoy la cosa es peor: si la guerra a las drogas de Bush era ya una estupidez, la de Donald Trump no se sabe cómo calificarla. En los ochenta, el principal problema de drogas en Estados Unidos eran la cocaína y el crack, sustancias que provenían de los países andinos. La decisión de Bush padre, al redeclarar la guerra a las drogas en septiembre de 1989, aunque fuera equivocada porque no solucionaba sino que agravaba el problema, tenía cierta lógica pues la dirigió contra la cocaína. Lo de Trump, en cambio, es realmente absurdo: hoy el problema de Estados Unidos es el fentanilo, que provoca miles de muertes, pero Trump dirige su despliegue militar ilegal a atacar embarcaciones que supuestamente llevarían… cocaína. Y así presiona a Colombia y a Venezuela, que no están involucrados en el tráfico de fentanilo. Una lógica extraña: como miles de estadounidenses mueren por fentanilo, Trump ataca militarmente embarcaciones que llevarían cocaína, que es una droga muy distinta; y presiona a Venezuela y a Colombia, que no tienen nada que ver con el tráfico de fentanilo.

A esta alucinante realidad es necesario agregarle que la destrucción con misiles de embarcaciones que supuestamente llevan cocaína y que ya ha ocasionado más de 60 muertes viola el derecho internacional, pues carece de cualquier base jurídica. Así lo han señalado tanto el Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Volker Turk, como numerosos expertos, incluyendo profesores estadounidenses que han hecho parte de gobiernos anteriores, como Richard Painter, de la Universidad de Minnesota y quien fue consejero de Bush hijo. Son entonces ejecuciones extrajudiciales.

Trump es una persona muy astuta. ¿Qué explica entonces que tenga una estrategia tan desatinada? La respuesta podría ser que su guerra no es contra las drogas, sino que tiene otros propósitos. Esto no debería extrañarnos porque ha ocurrido muchas veces en el pasado: hoy sabemos que, como lo señaló John Ehrlichman, asesor de Nixon, su “guerra a las drogas” fue declarada en 1971 para combatir el movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam y el movimiento negro por la igualdad. Como no podían criminalizarlos directamente, buscaron que la gente asociara a los pacifistas con la marihuana y a los negros con la heroína, y así pudieron “arrestar a sus líderes, allanar sus casas, disolver sus reuniones y vilipendiarlos noche tras noche en los noticieros nocturnos”. ¿Qué está entonces buscando Trump?

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.

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javier arlés(96673)05 de noviembre de 2025 - 12:50 a. m.
"Los valores de Occidente se confunden con los valores del petróleo". Eduardo Escobar, poeta colombiano.
Dorita Bilbao(37038)04 de noviembre de 2025 - 09:50 p. m.
Qué busca? Hacerse dueño de todo lo que represente dinero y demostrar que él es el dueño del mundo: piensa, dice y hace lo que le da la regalada gana. Además, le importa un bledo lo que diga la ONU, la UE. Aparentemente, se cuida de provocar a Xi Jinpin; se guarda muy bien de provocar a Putin, quien al parecer SÍ le tiene su guardado y le tiene tomada la medida.
Dorita Bilbao(37038)04 de noviembre de 2025 - 09:42 p. m.
Ningún presidente gringo desmantela las redes de su país, ni sabemos quiénes son los testaferros o si los bancos (dicen que están incluidosos la familia Rotschild) limpian el dinero; que recuerde no han detenido barcos con coca en sus modernos muelles. Por la películas de Hollywood sabemos que hay ventas callejeras, en los clubes, colegios y universidades, hasta en la Casa Blanca pero pocos detenidos.
Dorita Bilbao(37038)04 de noviembre de 2025 - 09:42 p. m.
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Errehache positivo(67761)03 de noviembre de 2025 - 04:38 p. m.
No hay duda: petróleo y gobiernos que se sometan a sus intereses. Está muy claro.
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