La relación con Venezuela siempre ha sido compleja, la interdependencia con nuestro vecino más importante es difícil de administrar para la Cancillería, pero desde el acenso de la Revolución Bolivariana la relación se ha hecho más difícil. La subordinación de la agenda a las volubles interpretaciones ideológicas del chavismo, han afectado la relación bilateral, malogrado la capacidad consular y deteriorado el comercio. Situación que empeoró desde que Nicolás Maduro está en la presidencia.
Después de mucho tiempo, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha logrado reconstruir canales de comunicación efectivos con el régimen de Maduro, el embajador Milton Rengifo es recibido en la Casa Amarilla, sede de la cancillería venezolana, y la crisis desencadenada después de las elecciones del 28 de julio es manejada ponderadamente al más alto nivel por el canciller Luis Gilberto Murillo, de forma conjunta con Brasil, México y Chile.
A diferencia de otros países, Colombia tiene la responsabilidad de mantener las relaciones diplomáticas y consulares con la dictadura chavista e insistir por una salida negociada de la crisis por la que atraviesa el hermano país. El Estado colombiano tiene la responsabilidad de proteger a nuestros nacionales en Venezuela, el cual continúa siendo uno de los países con más población colombiana, asimismo a los ciudadanos venezolanos en Colombia como mayor receptor de la diáspora venezolana.
Pero sobre todo tiene la responsabilidad de construir canales de protección para defensores de derechos humanos, periodistas, líderes políticos, académicos y ciudadanos que están sufriendo la arremetida del aparato represor del régimen venezolano en su afán por permanecer en el poder. El servicio exterior colombiano es uno de los pocos de Suramérica que permanece en Venezuela, lo que fácticamente le confiere la responsabilidad de gestionar canales de auxilio a ciudadanos de las diferentes nacionalidades de la región.
Colombia debe presionar estratégicamente al régimen venezolano para contener la violencia y la violación de los derechos humanos, hacer de los espacios diplomáticos áreas de protección y construir corredores humanitarios para la salida de personas perseguidas. Todo en paralelo a la coordinación con Brasil, México y Chile para que la situación se resuelva de forma negociada en dirección a la reconstrucción democrática y la salida pacifica del chavismo de las diferentes instancias del Estado venezolano con el menor traumatismo para la región y especialmente para Colombia.
* Ronal Rodríguez es vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario coordinador de la Bitácora Migratoria y del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer.
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