El Banco de la República enfrenta un cambio de condiciones y debe tomar delicadas decisiones para intentar dar solución a varios problemas económicos. En Estados Unidos la inflación superó ampliamente la meta de la Reserva Federal (la FED), que es del 2 %, pues supera el 5,3 %, debido a la fuerte recuperación económica y problemas de suministro; por lo tanto, la FED reduce su postura expansionista que mantuvo hasta ahora con compras masivas de bonos de deuda y fijando una tasa de interés del 0 %. Ha anunciando que va a reducir sus compras de títulos y elevará su tasa de interés sustancialmente en el futuro.
Por bastante tiempo el banco colombiano mantuvo su tasa de interés en 1,75 %, a pesar de una elevación de la inflación que en septiembre marcó 4,44 %, empujada en buena medida por la devaluación del peso, incumpliendo así su meta, que es del 3 %. La inflación básica o subyacente, que mide las fuerzas que la determinan y excluye los alimentos y precios regulados por el Gobierno, está en 3,1 %. La inflación anual de alimentos alcanzó 11,5 %, que significa física hambre para millones de hogares.
Pareciera que la junta se durmió entre tanto ajetreo de cambios y la fallida imposición de Duque para nombrar a su gerente. El presidente de la economía naranja —¿la recuerdan?— nombró a varios codirectores sin bagaje teórico ni práctico en la junta, incluyendo a familiares de sus funcionarios. Allí hizo aterrizar también como miembro ordinario a su infamoso exministro de Hacienda para que reposara lejos del mundanal ruido con unos decorosos emolumentos. Los que defienden su sapiencia técnica no deben olvidar que logró embaucar a 106 pobres municipios del país con sus bonos de agua, que devengaban intereses reales del 12 % anual. La penuria de los alcaldes afectados hizo necesario su rescate por Findeter, un ente financiero del Gobierno Nacional. En últimas, los contribuyentes salimos a pagar por los platos rotos de sus negociados.
A esta junta menguada del banco central le corresponde ahora alcanzar por lo menos una posición neutra, lo que significa ajustar su tasa de interés a un nivel similar al de la inflación. En otras palabras: subir casi tres puntos en poco tiempo, rompiendo con la sana costumbre de hacer ajustes graduales de la tasa del 0,25 % en cada reunión. Habrá que ver si se atreven decretar elevaciones bruscas de la tasa de interés que podrían hacer abortar la recuperación de la actividad económica.
El banco central ha estado haciendo operaciones directas con el Gobierno para cambiarle los dólares que recibió por préstamos del Fondo Monetario Internacional, lo que vuelve a poner en duda su autonomía: anteriormente, el Ministerio de Hacienda debía hacer sus operaciones en el mercado cambiario sin la ayuda del banco central. Es obvio que este Gobierno no cree en la separación de poderes y se salta las barreras éticas en nombrar allegados en todas las posiciones del Estado, incluyendo organismos de control y entes que la Constitución quiso preservar de las garras de la politiquería y el nepotismo.
No contento con disponer de tantos cargos públicos, el presidente y sus aliados en el Congreso malograron la ley de garantías, permitiendo que el gasto “público” de alcaldías y gobernaciones sirva para apoyar las campañas de sus candidatos en las elecciones de 2022. Se trata de otro alevoso atentado contra la competencia política.