Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Los datos del crecimiento económico de Colombia en el primer semestre del año continuaron siendo mediocres. El producto interno bruto creció 1,9 % sobre el mismo período del año pasado, menos de la mitad de la tendencia de largo plazo de la economía nacional. Los años anteriores fueron igual de malos: un crecimiento de 0,7 % en 2023 y 1,6 % en 2024, o sea que continuamos en una senda de escaso dinamismo económico.
El sector que tuvo el mayor crecimiento fue el gobierno, que marcó 15,6 %, posiblemente a costa de los demás rubros de la economía. El gasto público es generalmente intensivo en salarios, a menos de que se dé una gran inversión en obras públicas que no parece haber sido el caso para este gobierno, pues no se distingue por tener una visión de largo plazo ni por ser progresista.
El presupuesto general de la Nación será de COP $523 billones para el año entrante, un crecimiento de solo 4 % que incluso es menor que la inflación, tras el tremendo jalonazo de su crecimiento el año anterior, que alcanzó casi 20 %. El crecimiento de la economía este año será menor que la inflación de 2024, que rondó el 5 %, o sea que hubo contracción del producto en términos reales.
Según el Ministerio de Hacienda, “en el PGN (presupuesto general de la nación) 2025 (…) los ingresos se estiman en COP $511 billones y crecen 7,3 %; mientras que los gastos ascienden al monto mencionado y aumentan 4 %, es decir, por debajo de la inflación”. No parece que el empresariado esté muy alineado con el gobierno, lo que tendrá incidencia en la magnitud del recaudo, pues se está dando una especie de huelga de contribuyentes. De acuerdo con el ministerio, se destinan a funcionamiento COP $328, a inversión COP $82 y servicio de la deuda COP $113 billones. Mientras el gasto de funcionamiento crece 6,2 % con respecto a este año, la deuda aumenta casi un 20 %,
La inversión pública solo alcanza al 16 % del presupuesto y es aproximadamente 9,4 % del PIBM que se estima en COP $1.706 billones. El monto es a todas luces insuficiente para mejorar las condiciones de la desgastada infraestructura de transporte y de energía del país. Es notoria la contracción de la producción de gas natural (-20 %), que es fundamental en la generación de energía eléctrica y en atender la demanda de los hogares, reflejando las restricciones que los ambientalistas en la administración están imponiendo a las licencias de exploración y a la prohibición del fraccionamiento hidráulico. Esta es una tecnología que se ha perfeccionado sustancialmente, limitando su impacto sobre el territorio. Pero la ideología, por lo general, no se inmuta con los hechos.
La inversión privada en nueva maquinaria y planta es el principal motor del crecimiento de una economía, pues amplía su capacidad productiva. Los empresarios deciden invertir cuando vislumbran buenas ganancias hacia futuro, provista una atmósfera favorable aportada por el Estado, lo que agita “los espíritus animales” (la frase es de John Maynard Keynes) que empujan sus decisiones y se arriesgan a invertir. Según datos del DANE, la inversión en el primer semestre de 2025 creció sólo 1,7 %, reflejando pesimismo entre los empresarios sobre el futuro, quienes parecen esperar a que se clarifiquen las condiciones políticas con los resultados de las elecciones de 2026 para tomar decisiones en este sentido. Una perpetuación del Pacto Histórico en la presidencia como la que busca Gustavo Petro terminará de ahuyentar la inversión privada durante otro cuatrienio.
