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Crecimiento y ciencia

Salomón Kalmanovitz
07 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.

La implicación de la política monetaria de Estados Unidos de elevar su tasa de interés fue revaluar el dólar, o sea, devaluar el resto de monedas, incluyendo el peso colombiano que se cotizaba en $5.090 el 4 de noviembre. Tendremos una mayor inflación y un empobrecimiento nacional no solo frente a los bienes extranjeros sino también en la capacidad de compra de bienes nacionales.

Al mismo tiempo, la administración Biden hizo un ajuste fiscal cuantioso que redujo su déficit de gobierno. Las dos medidas —el aumento del costo de los préstamos y el menor estímulo fiscal— van a ralentizar el crecimiento no solo de su economía sino de todo el mundo. Colombia está azotada también por una inflación de dos dígitos y estas medidas externas van a dificultar el crecimiento, algo que el Gobierno no parece captar.

En efecto, el presidente Petro, que siempre ha mostrado un sesgo proteccionista, en vez de tomar medidas expansionistas y de fomento, ha sido michicato. Anunció aranceles de 40 % sobre el vestuario, intentando dirigir la demanda interna hacia los productores nacionales de ropa. Lo que va a resultar es un corralito en el cual los textileros y confeccionistas nacionales van a poder aumentar sus precios al reducírseles la competencia. Otra consecuencia inesperada es que la señal de mercado favorecerá el contrabando que va a ver aumentada su rentabilidad frente a los importadores legales de estos bienes.

La competencia es la que obliga a todas las empresas a ser más eficientes y a reducir sus costos; su restricción contenida en el arancel, si es que se extiende a otras industrias, reducirá las presiones para que las empresas colombianas sean más productivas. Así, las personas conscientes de la moda van a ver reducidas sus opciones frente a un negocio que se sentirá a sus anchas con un mercado cautivo. No será posible tampoco poner un oficial aduanero en cada almacén para verificar que no recurran al contrabando para atender las preferencias de sus clientes.

El presidente está convencido de que la protección es la vía del crecimiento económico, cuando la teoría económica demuestra que el crecimiento es resultado del aumento de la productividad, o sea, del mejor uso del trabajo, la maquinaria y las materias primas. Es lo que le dijo al oído Mariana Mazzucato, la prestigiosa economista italiana, y que no escuchó: el Estado debe ser actor fundamental del aumento de la productividad mediante sus investigaciones en ciencia y tecnología aplicables por los sectores productivos. No he visto ninguna acción tomada por la administración Petro para aumentar la inversión en los proyectos de ciencia y tecnología que tienen en mente los pocos científicos colombianos que viven en la penuria de sus universidades y laboratorios. Por el contrario, el presupuesto de ciencia y tecnología para 2023 se contrae 8,8 % en términos nominales. Si se contabiliza la inflación de este año, la reducción será del 20 % real.

El Gobierno está limitado por un déficit fiscal oneroso que encontró el 7 de agosto, pero si logra reducirlo con la reforma tributaria recién aprobada por el Congreso contará con recursos que aplicará a sus prioridades, entre las cuales debe estar el desarrollo de la ciencia y de la tecnología en el país. Para ello, debe crear institutos y misiones que contribuyan a este fin, pero con inversiones de billones de pesos y no de centavitos. ¿Cierto, Mariana?

 

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