No fue buena idea nombrar a una ambientalista radical como ministra de Minas y Energía. Irene Vélez cuenta con unos estudios de Filosofía en el pregrado, una maestría en temas culturales y un doctorado en Geografía Política que no le aseguran un entendimiento de la realidad nacional. Su experiencia fundamental es ser profesora con algunas investigaciones en proyectos de biotecnología.
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De sus primeras declaraciones controversiales se recuerda su intención de suspender todos los nuevos contratos de exploración petrolífera, algo que tuvo que desmentir el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. Las consecuencias de no continuar la exploración son la pérdida de soberanía energética y el aumento de la vulnerabilidad externa, pues las exportaciones de petróleo y derivados aportan el 55 % de los ingresos de divisas del país. En caso de imponerse la posición de la ministra, se devaluará considerablemente el peso, con efectos negativos sobre la inflación que nos agobia.
A pesar de estos riesgos macroeconómicos, la ministra continúa en su afán de detener la exploración petrolera. Ella logró además prohibir las nuevas explotaciones de carbón a cielo abierto, que es un método de alta productividad, mucho más seguro que la minería de socavón, y genera un producto de alto contenido calórico que se quedará enterrado mientras dure la ministra en su posición de poder. Un tema en el que Vélez tiene razón es el de impedir el abuso de las electrificadoras, que imponen aumentos de tarifas del orden del 25 % cuando el largo invierno ha reducido sustancialmente los costos de generar su componente hídrico (un 70 % del total).
Otra pelea de Irene Vélez fue con la viceministra Belizza Ruiz, quien solo duró cuatro meses en el cargo tras muchos años de trayectoria en los temas de energía. Ruiz es ingeniera eléctrica, tiene una maestría y un doctorado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con su salida se va una voz que había sido más cauta en el debate sobre cerrarles la puerta a la exploración y exportación de hidrocarburos. Fue una lucha entre la ideología y la ingeniería que ganó la primera, pero que pierde el país.
Un damnificado más de Vélez es el viceministro de Minas, Giovanni Franco, quien también ha tenido fuertes desacuerdos con la ministra, por lo que a él también le habría pedido su salida de la cartera (El Heraldo). Franco es ingeniero de Minas y Metalurgia, magíster en Ciencias Económicas y doctor en Ingeniería de Ciencia y Tecnología de Materiales.
Como si no fuera suficiente, Vélez también le pidió la dimisión del director de Hidrocarburos, Camilo Rincón, que estaba vinculado al ministerio desde 2018. Además, hizo renunciar a Alexánder Gómez, asesor principal de la ruta de transición energética. Por último, se va Karen Cuesta, que le manejaba los temas internacionales a la ministra. A estas salidas se sumaron algunos titubeos en la contratación de otros altos mandos del ministerio que lo dejan a la deriva.
Con su conflictiva personalidad y talante autoritario, Irene Vélez desarticuló el equipo de técnicos y funcionarios altamente especializados que requiere el país para explotar adecuadamente sus recursos naturales. Según El Espectador, “las empresas de hidrocarburos solicitan claridad al Gobierno en materia de nuevos contratos (...) que ha brillado por su ausencia”, contratos que siguen suspendidos por la crisis que entorpece la misión del Ministerio de Minas y Energía.