El presidente de un país representa la unidad nacional. No debe defender causas partidarias y menos aún comprometer la posición internacional de su país, lo que puede generar graves y costosas consecuencias para la nación. No es concebible que un mandatario en calidad de participante en la reunión de un ente multilateral –o sea como invitado, que no ciudadano– salga a la calle en una manifestación portando megáfono y la bandera de un territorio que está en pugna con un aliado del anfitrión. Con ello, desafía sus intereses internacionales. Es como si un mandatario extranjero llegara a marchar en las calles de Bogotá con una bandera...
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