El presidente de un país representa la unidad nacional. No debe defender causas partidarias y menos aún comprometer la posición internacional de su país, lo que puede generar graves y costosas consecuencias para la nación. No es concebible que un mandatario en calidad de participante en la reunión de un ente multilateral –o sea como invitado, que no ciudadano– salga a la calle en una manifestación portando megáfono y la bandera de un territorio que está en pugna con un aliado del anfitrión. Con ello, desafía sus intereses internacionales. Es como si un mandatario extranjero llegara a marchar en las calles de Bogotá con una bandera inglesa reivindicando la anexión de San Andrés a su Commonwealth.
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La retribución sufrida por nuestro presidente fue humillante: la cancelación de la visa que le permite posicionar su diplomacia frente a 190 naciones que no podrá dirigir personalmente en lo que le queda de mandato o participar en reuniones del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional que son de interés nacional, sobre todo en caso de turbulencias financieras. El presidente llamó a la desobediencia de los militares estadounidenses a las órdenes de su comandante supremo, lo que era invitarlos a la sedición. “No disparar sus fusiles contra la Humanidad”, les pidió sublimemente el presidente colombiano en español cachaco que pocos le entendieron. Imaginemos cualquier mandatario extranjero invitado al país que les solicite a las fuerzas armadas que desobedezcan a su comandante y más bien defiendan ese concepto gaseoso de Humanidad con que se le llena la boca a Petro.
La calificación del gobierno de Trump fue de que se trataba de una conducta imprudente –una pilatunada– del presidente Petro que resultó descalificada, una cosquillita a la que terminó restándole importancia el gobierno gringo. Cuando Vicky Dávila hizo un llamado similar a las fuerzas armadas locales a desobedecer las órdenes de su presidente, Petro se enfureció, la amenazó con descargarle todo el peso de la ley que él mismo había violado en territorio extranjero que abandonó rapidito para no exponerse. Petro dio a entender que no le preocupaban las relaciones con Estados Unidos, aunque es nuestro principal socio comercial e inversionista, preferencia que quizá surja de que Petro es francoparlante (estudió en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, tras egresar del Externado), pero no es angloelocuente.
En paralelo, el Banco de la República expresaba que “las autoridades decidieron cancelar el acuerdo de la línea de crédito flexible otorgada por el FMI, vigente desde abril de 2024. La decisión responde a que [se] mantiene un nivel adecuado de liquidez suficiente para enfrentar riesgos externos”. No creo que haya sido una decisión tomada en frío. La situación puede voltearse para mal.
La administración Petro está de suerte porque los precios del petróleo (la sangre del diablo) están suficientemente altos para mantener una balanza de pagos superavitaria que ha generado una apreciación del peso, a costa de las exportaciones no petroleras del país. El barril del petróleo Brent está a casi USD $65 por barril, precio que es muy rentable para Ecopetrol. El dólar, por su parte, registraba una cotización de COP $3.869 el 3 de octubre, bastante por debajo de su nivel de largo plazo, lo que obviamente incentiva las importaciones abaratadas que ya inundan el comercio en la temporada prenavideña.