La inflación del año pasado fue de 5,6 %, pero este año se trepará a 12,5 %, más del doble. La inflación en Estados Unidos también está disparada pues alcanzó 7 % a fines de octubre, comparado con el 2 % que es la meta del Banco de la Reserva Federal. Se espera una serie de alzas de su tasa de interés y contracciones de la cantidad de dinero en circulación por parte del banco central hasta que se asegure que la inflación está bajo control, aunque ya se han dado señales de una baja actividad en la construcción y el debilitamiento de la demanda agregada.
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Un factor que pudiera darle un mayor impulso a Estados Unidos que a Europa surge del hecho de que se encuentra más lejos de la guerra entre Rusia y Ucrania. Al mismo tiempo, su distanciamiento de Pekín augura que las inversiones de Estados Unidos se localizarán cerca de sus costas, el llamado nearshoring que anuncia mayores inversiones de las cadenas productivas en su territorio o en países vecinos, dándole un buen impulso a su economía. Algunas fábricas que originalmente se encontraban en Asia se han trasladado a Estados Unidos, como han sido los casos de General Motors, Intel (fabricante de microprocesadores) y US Steel. Las implicaciones para el resto del mundo son de un crecimiento más bajo para 2023, según la revista Forbes.
De vuelta en Colombia, el dólar a fines de 2021 se cotizaba en $3.980 y hoy avanza hasta los $4.810, una devaluación de más del 20 % que fue uno de los determinantes de la inflación tan alta que estamos padeciendo. Una consecuencia de ello es que el ajuste del salario mínimo estará alrededor del 13,5 %, si se sigue la fórmula de los gobiernos anteriores de inflación más 1 % por un supuesto aumento de la productividad, pero eso no es seguro: el Gobierno progresista puede salirse del libreto y otorgar un alza mayor. Si es así, aumentará la presión inflacionaria en 2023.
El sentimiento de la población es bastante pesimista: el índice de confianza del consumidor de Fedesarrollo se deterioró en noviembre, representando una disminución de 5,3 puntos porcentuales frente al mes anterior. La disposición a comprar bienes durables (electrodomésticos y autos) se redujo, como también la de adquirir vivienda. La confianza de los empresarios, medida en octubre, mostró deterioro al experimentar una reducción de 6,5 % frente al mes anterior, explicado principalmente por la percepción de las empresas para los próximos seis meses. Parece que no se considera al ministro de Hacienda suficientemente ortodoxo, a pesar de su reputación de economista responsable. La ministra de Minas, Irene Vélez; la de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, y la de Salud, Carolina Corcho, tampoco parecen disfrutar de la confianza de los empresarios.
Las previsiones para el crecimiento de Colombia en 2023 no superan el 2,2 %, según el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), o sea que a la administración Petro le tocó de malas.
Para el año entrante la situación parece compleja, con un riesgo de recesión en Estados Unidos que algunos observadores optimistas creen que será suave y poco duradera. Se calcula que crecerá un 2,6 % el año que termina lo que es bueno para una economía madura, pero solo 0,5 % en el 2023.
Entramos en una fase de relativo estancamiento, acompañado por una baja de los precios de los bienes primarios, en particular del petróleo, con lo cual se reducirán los ingresos externos del país y se frenará su crecimiento.