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El gobierno Petro decidió saltarse la regla fiscal que imponía un límite al déficit público de 5,1 % del PIB. Lo hizo al proponerse generar un faltante de dos puntos adicionales del producto, equivalentes a dos billones y medio de pesos para alcanzar un déficit récord de 7,1 % del PIB. Este es uno de los déficits más altos en toda la historia moderna del país y refleja el afán desmesurado de gastar para asegurar el triunfo electoral del Pacto Histórico en las elecciones de 2026.
En pesos corrientes el faltante es de $10,3 billones, que se está financiando con bonos que le pagan al adquiriente entre 13 y 14 % anual, algo que los contribuyentes terminaremos pagando por el siglo que resta. Ello significa que habrá menos gasto destinado a construir hospitales, carreteras y financiar otros servicios públicos, ya que el servicio de la deuda pública se encarecerá por el mayor monto y por los intereses más onerosos con que se viene contratando.
La aventurera medida de renegar de la regla fiscal hizo que todas las calificadoras de riesgo redujeran la nota del país para colocarlo en posición especulativa, debiendo por lo tanto pagar tasas de interés más altas tanto para la deuda pública como para la privada. Colombia había alcanzado una posición de solidez financiera que le otorgaba contar con el “grado de inversión”, que le permitía endeudarse con las tasas de interés más bajas del mercado. De abonar tasas de interés preferenciales de 5 a 7 % anuales, hoy nos corresponde abonar el 14 %, gracias a la incontinencia fiscal del régimen.
¿Por qué pretende gastar tanto el gobierno, faltando un año para las elecciones presidenciales? Precisamente para ganarlas, reclutando cientos de miles de cuadros que organicen a los ciudadanos, los lleven a las urnas y garanticen que el Pacto Histórico y sus aliados ganen de nuevo la presidencia, pero además la legislatura.
Aunque el gobierno ha logrado hacer aprobar reformas importantes como la laboral y la pensional, que le atraerán votantes, también ha despertado una fuerte resistencia de la oposición que se movilizará para neutralizarlo. Las arengas en plaza pública que deleitan a sus seguidores no son suficientes para llevarlos a que vayan a votar en las elecciones, quizás porque no se consideran agentes históricos que garanticen la permanencia en el poder del partido de gobierno o tienen otras preferencias.
Un factor importante en la pérdida de popularidad de Petro es el desgaste de la administración que se inclina más por la confrontación que por la persuasión y la gestión administrativa responsable, mientras persisten las fallas en materia de salud y en general de atender las necesidades sentidas de la población. Al gobierno le falta tecnocracia que atienda eficientemente a los ciudadanos, pues recluta militantes que carecen de conocimiento, lo cual termina haciendo que la gente se sienta abandonada a su suerte. Al presidente le falta humildad y, por lo tanto, empatía con el pueblo.
El crecimiento económico le ha sido esquivo al Pacto Histórico. Durante el gobierno de Iván Duque se dio la pandemia del Covid-19, que hizo contraer la economía más de 7 % en 2020, pero se dio un rebote de casi 11 % al año siguiente y un 7,3 % adicional de crecimiento en 2022. En 2023 el crecimiento fue de solo 0,7 %, y en 2024 mejoró algo, pero fue de 1,7 %. Para este año de 2025, el Banco Mundial proyecta que creceremos entre 2,3 y 2,5 %, que es bastante bajo para los estándares del país y refleja que los empresarios están a la espera de tomar la decisión de invertir, de acuerdo a como se den las elecciones de 2026. Si el Pacto Histórico vuelve a ganar la presidencia, la huelga de los inversionistas continuará.
No se entiende muy bien por qué el presidente ha soltado globos sugiriendo que de pronto no va a haber elecciones en 2026. Quizás para tantear con la idea de darse otro período presidencial, a pesar de que la Constitución se lo prohíbe terminantemente.