En riesgo, la independencia del Banco de la República

Salomón Kalmanovitz
30 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.

El enroque que hizo el ministro Carrasquilla al llevarse a Juan Pablo Zárate de la Junta Directiva del Banco de la República al Viceministerio Técnico de Hacienda hacía prever que sería su sucesor cuando se cansara del cargo y pasara él a la gerencia del emisor. Duque nombró a Roberto Steiner, de perfil bastante conservador, en lugar de Zárate. La renuncia de José Antonio Ocampo a la misma junta ha acercado más la posibilidad de que el banco central pierda su autonomía.

En efecto, el reemplazo de Ocampo será Arturo Galindo, quien ha sido un viejo colaborador de Carrasquilla como técnico bajo su mando cuando era jefe de investigaciones y subgerente técnico del Banco de la República en los años 90. Hoy Galindo es un funcionario que lleva 11 años en el Banco Interamericano de Desarrollo, una institución que no brilla por su eficacia en el firmamento de Washington.

En el 2021 el presidente Duque puede cambiar dos codirectores adicionales. Eso significa que el Banco de la República quedará bajo total control de Carrasquilla y del Centro Democrático al contar con cinco miembros alineados de una junta compuesta por siete en total. En plata blanca: se ponen en riesgo los equilibrios macroeconómicos del país al combinar grandes déficits fiscales con el financiamiento generoso del emisor al Gobierno.

El presidente eterno siempre resintió que el emisor fuera independiente y no lo apoyara en sus descabelladas posiciones, como la de devaluar la tasa de cambio cuando se revaluaba por la avalancha de dólares que traía la bonanza petrolera en 2005. En ese entonces intentó que el Ministerio de Hacienda le arrebatara las funciones cambiarias al banco central, algo que hubiera propiciado pánico y fuga de capitales. Los abogados de Presidencia de ese entonces le advirtieron además que la Corte Constitucional le tumbaría el decreto, agravando el caos institucional.

La extrema derecha en todas partes rechaza la división de poderes que existe en las democracias, especialmente cuando detenta el poder ejecutivo. En Estados Unidos, Donald Trump presiona indebidamente al Banco de la Reserva Federal para que estimule la economía y lo ayude a ganar la próxima elección, al tiempo que la política de bajas tasas de interés facilita el endeudamiento público que ha reemplazado la masiva devolución de impuestos de la reforma tributaria que hizo en 2018.

En Colombia, se nos viene pierna arriba una enorme concentración de poder en manos de dos personas autoritarias como son el senador Álvaro Uribe y Alberto Carrasquilla. Este último colocó en el Departamento de Planeación Nacional (DNP) a un pupilo suyo, persona muy joven y sin experiencia tanto en el campo de la economía como en el de la política. Anteriormente, el DNP tenía como función dirigir la inversión pública haciéndole algún contrapeso al todopoderoso ministro de Hacienda. Ahora no hay ninguna institución económica que le pueda hacer oposición al excesivo poder de quien puede resultar siendo a la vez ministro de Hacienda en la sombra y gerente de banco central.

Es particularmente grave que el Banco de la República quede bajo el control de un personaje que ha mostrado ser turbio en sus negocios privados e irresponsable en el manejo fiscal. En el próximo futuro, con la llave de la emisión en el bolsillo, Carrasquilla podrá financiar con pesos desvalorizados lo que les devolvió en impuestos a los hombres más ricos del país.

 

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