Es difícil medir el daño que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han infligido a la población y a la economía de Venezuela. Hace una década el país vecino extraía 3,5 millones de barriles de petróleo diarios, mientras hoy solo extrae 340.000 barriles, según la OPEP, aunque posee las reservas de petróleo más grandes del mundo. El mismo Maduro lo admitió en sus no sabias palabras: “Pasamos de tener más de 50.000 millones de dólares (56.609 millones) en 2013 a disponer de apenas 743 millones en el año 2020”, ante la Asamblea Nacional de contundente mayoría oficialista, según un despacho de la Deutsche Welle.
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Es difícil medir el daño que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han infligido a la población y a la economía de Venezuela. Hace una década el país vecino extraía 3,5 millones de barriles de petróleo diarios, mientras hoy solo extrae 340.000 barriles, según la OPEP, aunque posee las reservas de petróleo más grandes del mundo. El mismo Maduro lo admitió en sus no sabias palabras: “Pasamos de tener más de 50.000 millones de dólares (56.609 millones) en 2013 a disponer de apenas 743 millones en el año 2020”, ante la Asamblea Nacional de contundente mayoría oficialista, según un despacho de la Deutsche Welle.
El colapso de la producción petrolera, multiplicado por la enorme incompetencia del régimen, hundió al país en la mayor contracción que ha experimentado en toda su historia y quizás en una de las mayores de todos los países. La política de Donald Trump agravó la situación al penalizar a numerosas empresas extranjeras del sector petrolero, tenedores de bonos, inversionistas e industrias, lo que empeoró la aguda crisis venezolana.
La pandemia de COVID-19 se propagó como fuego ante la impotencia de un gobierno debilitado y corrupto. Hoy la economía venezolana no llega al 10 % de lo que era hace ocho años, como resultado de una crisis causada ante todo por las acciones erráticas del chavismo y en particular de Nicolás Maduro. En consecuencia, la pobreza pasó del 33 % de los hogares en 2015 al 96 % en 2021, de los cuales el 64 % vive en pobreza extrema, según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello.
¿Cómo pudo una pequeña camarilla incrustada en el Ejército conducir a ese rico país a la devastación de su producción, a la fuga de sus capitales y la liquidación de su industria, a la emigración de sus ingenieros y técnicos, y robar los empleos e ingresos de los 5,4 millones de personas que votaron con los pies?
La debacle comenzó con la elección de Hugo Chávez a la Presidencia en 1999. Eliminó progresivamente la oposición de los grandes sindicatos y de todo el empresariado nacional y extranjero. El Ejército era la base del partido de gobierno, que monopolizó el poder político y al que muy pocos osaban oponerse, no obstante que la oposición venezolana no es ejemplo de disciplina política.
Un gobierno sin bridas procedió a actuar de manera irracional y despótica en todos los frentes de la vida social y llevó al país al despeñadero. El Partido Socialista de Venezuela (PSV) reclutó miles de personas sin formación y sin ningún mérito, aparte de una irrestricta lealtad a sus jefes, para que ocuparan los cargos vacantes de quienes fueron destituidos por no ser afines al socialismo analfabeto. Los nuevos líderes dieron ejemplo de la corrupción que se apoderó de todas las esferas de la sociedad venezolana, desde el sector petrolero hasta los servicios públicos. La industria y el comercio fueron asfixiados por la pésima administración o el robo abrumador de sus recursos perpetrado por funcionarios del régimen.
La política fiscal fue demasiado expansiva y provocó una de las hiperinflaciones más altas del mundo: en 2017 registró una variación del 1.370 % que en 2020 llegó al 2.960 % y alcanzó el 9.600 % en el primer semestre de 2021, obligando a dolarizar la empobrecida economía. El otrora país más rico de América Latina hoy tiene un PIB por habitante de US$1.542, apenas US$300 mayor que el de Haití.