El gobierno de Duque encontró en 2018 un déficit fiscal de 3 % del PIB, pero lo deja más que duplicado al acabar su deficiente administración. Es cierto que le tocó la pandemia que indujo una fuerte contracción económica en 2020, seguida por un rebote que exageró como el más alto en la historia de Colombia y del que se proclamó su artífice.
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El déficit del gobierno central alcanzó 7,8 % del PIB en 2020, ese sí el más alto en la historia del país, que se corrigió levemente en 2021 (7,1 % del PIB). El ministro saliente de Hacienda, José Manuel Restrepo, le apuesta a que en 2022 el déficit del Gobierno será de 5,6 % del PIB, pero excluye de la contabilidad el déficit de Ecopetrol de $14 billones; al incluirlo, Mauricio Cárdenas afirma que el déficit fiscal va a alcanzar nuevamente el 7 % del PIB en 2022. Esa es la herencia envenenada que deja el inane Iván Duque.
Las exportaciones del país en 2021 fueron de US$41.224 millones, con el petróleo representando el 48 % del total. Las importaciones fueron de US$61.100 millones, para un déficit comercial de US$20.000 millones. Gracias a la bonanza de sus precios, las exportaciones petroleras representaron 56 % en el primer semestre de 2022 y se proyecta que alcancen unos US$55.000 millones a fin de año. Las importaciones nuevamente serán superiores, del orden de US$77.000 millones, o sea, un déficit comercial enorme.
A pesar de esos déficits y de un paro que se prolongó por 48 días, la economía creció 10,5 % en 2021. Frente a los desmanes de la Policía y la muerte a tiros de 80 manifestantes, Duque prometió que le haría una reforma profunda y que sería trasladada al Ministerio del Interior; sin embargo, lo único que hizo fue cambiarle el color al uniforme y aprovechó la oportunidad para tomarse una foto vistiendo una chaqueta verde oliva talla XXL.
Es que la soberbia y el miedo del mandatario, como en muchas otras ocasiones, le impidieron reconocer los problemas y negociar con contradictores. Se rehusó a hablar con los dirigentes del paro del 2021, habiendo podido reducir el daño causado. El paliativo que ofreció fue la universidad gratuita para los estratos 1, 2 y 3, jóvenes que carecen de ingresos para mantenerse y poder estudiar al mismo tiempo.
A raíz de la crisis social y el deterioro económico, el país perdió el grado de inversión que le permitía endeudarse con tasas de interés preferenciales. A falta de impuestos, el gobierno aumentó exponencialmente la deuda tanto interna como externa, precisamente en momentos en que debía pagar intereses más costosos. En 2019 la deuda pública fue de 48 % del PIB, pero en 2021 alcanzó el 61 %; a pesar de que el ministro Restrepo afirma que se reducirá al 56,5 % en el año que corre, eso está en duda. Los intereses sobre la deuda suman 4 % del PIB en 2022, una cuarta parte del recaudo del gobierno central.
En la orilla del gobierno entrante, “el comité de empalme (…) acaba de expresar su preocupación por el desfinanciamiento en el que recibe el país. (...) El nivel de endeudamiento es crítico”, dijo el coordinador para recibir el estado de cuentas de la administración saliente. En efecto, la nueva administración se verá abocada a un fuerte ajuste y tendrá que hacer aprobar de urgencia una reforma tributaria de grandes proporciones. La situación puede empeorar si Petro insiste en reducir la actividad petrolera, lo que a mediano plazo puede profundizar el déficit comercial y la devaluación del peso.