El gobierno sacó pecho por la mejora en los datos de pobreza que se vienen dando desde la pandemia de 2020-2021, cuando se trepó a cerca del 13 % de la población. Petro proclamó sus logros así: “Por primera vez en la historia estadística de Colombia logramos bajar la pobreza extrema en las cabeceras urbanas a un dígito”. Como lo señaló Juan Daniel Oviedo, exdirector del DANE, lo que no hizo Petro fue mirar la serie larga que revela que la pobreza estuvo oscilando alrededor del 10 % durante la mayor parte del período 2012-2020. Trató de ganar indulgencias ajenas sin rezar avemarías propias.
Según Oviedo, “la incidencia de la pobreza extrema (insuficiencia alimentaria) desde hace rato, previo a la pandemia, estaba en un dígito para las zonas urbanas del país. Y sí, el dato publicado es una buena noticia pues, aunque aún estamos lejos de niveles prepandemia, la reducción de la pobreza extrema es debida, sobre todo, a la recuperación del empleo que se vivió hasta julio de 2023, así como una adecuada focalización de subsidios”.
El desempleo ha tenido una franca mejoría desde 2021, en plena pandemia, cuando alcanzó un 15,6 % de la fuerza laboral, para estar marcando un 10,3 % de la población económica activa en mayo de 2024. Esta es una cifra todavía insatisfactoria de cerca de 2 millones de personas que tienen que sobrevivir del rebusque porque la economía formal no ha logrado expandirse lo suficiente para albergar a más personas en empleos que ofrezcan garantías de trato justo. Se estima que un 58 % de la población colombiana yace en el sector informal, en dónde no existen contratos de trabajo, el despido es a voluntad del patrón, no se pagan las prestaciones de ley ni se vinculan los trabajadores al sistema de salud y menos al de ahorro pensional.
Lo que sucedió a fin de cuentas en la economía fue volver a lo que podríamos llamar la tasa natural de pobreza colombiana, que oscila alrededor del 10 %, aunque sí hubo, en efecto, una mejora de 2,1 % frente al resultado, pues en 2023 la pobreza golpeó al 8,9 % de la población. No hay que negarle todo mérito al gobierno porque hubo activismo en materia de subsidios dirigidos a distintas capas de la población. Según Gustavo Bolívar, “el primer pago (de subsidios) comenzó el 30 de abril e irá hasta el 17 de mayo: incluyó a más de 519.000 hogares, en su mayoría encabezados por mujeres con hijos menores de cinco años… El programa Colombia Mayor triplicará su subsidio a los mayores de 80 años, de 80 mil pesos a 225 mil pesos, mensuales”.
Lo que no se entiende muy bien es cómo pueden mejorar las cifras de empleo con una economía estancada desde hace prácticamente tres años. La inversión privada se ha contraído un 25 % este año frente a la falta de oportunidades de ganancias, pero también debido a la satanización que hace el mismo presidente desde su balcón del afán de lucro de los empresarios. Obviamente no se ha tratado de un gobierno amigable con las empresas que incentive la expansión de sus operaciones.
Una parte complementaria de la inversión es el empleo generado en la construcción de plantas, que es temporal, más los nuevos puestos que deben acompañar la maquinaria adicional puesta en operación. Si no ha habido movimiento positivo de la inversión privada, las únicas fuentes de empleo posibles son las que ofrezca el gobierno y la economía informal.
