“La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por un estrecho margen el ambicioso proyecto fiscal de Donald Trump, que contempla una extensión de recortes tributarios y un aumento del techo de deuda por US $4,000 millones, junto con fuertes asignaciones en defensa y seguridad fronteriza” (Fuente: Bloomberg).
El presidente Trump está tensando la cuerda de una crisis financiera en Estados Unidos. Esta se desataría si continúa con su política de reducir los ingresos del gobierno federal, al devolver impuestos a los ricos que representa, mientras multiplica el gasto público. El déficit fiscal es hoy 6,5 % del PIB, solo superado por el alcanzado en la Gran Depresión de los años 30. No sirvió que algunos sectores del partido de gobierno junto a la bancada demócrata se opusieran a la irresponsabilidad del presidente, pues no lograron impedir la aprobación del irracional presupuesto.
Antes de eso, y por primera vez en muchas décadas, la calificación de la deuda pública de Estados Unidos fue reducida por las evaluadoras Moody’s y Standard & Poors de AAA a AA1, lo que es una degradación, un punto de inflexión en la confianza que solía depositar todo el globo en la sanidad de las finanzas del líder del “mundo libre”.
Es que el orden mundial que surgió tras la Segunda Guerra fue construido y liderado por los Estados Unidos, que había surgido triunfante y sin haber sufrido destrucción de su territorio, comparado con la devastación sufrida por Europa y Japón. Lo que hace Donald Trump ahora es destruir este orden global heredado, renegando de la responsabilidad de liderarlo de manera segura y sensata. Por el contrario, Trump intensifica los conflictos y guerras comerciales que erosionan sus fundamentos.
El nobel de economía Paul Krugman detalla el momento por el que atraviesa la economía estadounidense así: “En estos momentos, Estados Unidos enfrente una crisis de tipo economía emergente, un freno súbito, un recorte abrupto de los flujos de capital extranjero” que le son indispensables para su normal funcionamiento. “Existe la posibilidad de que los Estados Unidos enfrenten una parada súbita, en verdad más probable aún dada la crueldad grotesca e irresponsable con que los republicanos intentan hacer aprobar atropelladamente la ley del presupuesto”. Se trata de una ley que permite recurrir excesivamente al endeudamiento y que reduce los impuestos a las corporaciones y a los millonarios que representa Trump. Al mismo tiempo, se reducen en forma inmisericorde los programas de medicina social que atienden a 70 millones de ciudadanos.
Agrega Krugman: “una crisis derivada de una parada súbita sería una experiencia nefasta para los Estados Unidos, que causaría mucho sufrimiento económico e impulsaría la estanflación”, situación que combina estancamiento con inflación. “La recuperación de este tipo de crisis sería muy difícil. Las acciones de la Reserva Federal serían inocuas”, pues no podría ser expansiva ni contractiva. Será muy difícil recuperar la confianza perdida de Estados Unidos, liderado por un político populista que no entiende ni le importa el equilibrio macroeconómico requerido para que funcione adecuadamente no solo la economía norteamericana, sino también la de todo el mundo.
Abuso de la citación libre de Krugman, pero lo que concluye es importante: “los ejecutores de la política económica de Trump tendrían que ser más responsables de lo que realmente son, pero además tendrían que convencer al mundo de que han cambiado para bien, algo muy difícil de creer”.