Nicaragua está en profunda crisis política. El régimen está dominado por Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, un veterano exguerrillero que lideró la lucha contra la dinastía Somoza, para erigir una dictadura propia similarmente cruenta. El presidente padecería de demencia senil.
La señora Murillo se confiesa bruja y creyente en las radiaciones cósmicas que pretende atrapar con grandes árboles metálicos diseminados por el pequeño territorio, según una crónica de Alma Guillermoprieto en The New York Review. El 7 de noviembre pasado, la señora hizo reelegir a Ortega por cuarta vez consecutiva sin ninguna competencia política porque encarcelaron a los siete candidatos que intentaron competir con él. El 65 % de los nicaragüenses desaprueban la dinastía Ortega.
La economía nica crecía aceptablemente entre el año 2000 y el 2017, rozando el 4% anual, gracias a las remesas y a la inversión extranjera directa. La economía local se basa en tres pilares: el 35% del PIB corresponde a su actividad exportadora, de la cual la mayoría es absorbida por Estados Unidos; otro 35% del producto corresponde a la economía informal, mientras que alrededor del 20% de la economía se alimenta de las remesas que envían sus expatriados, que son legión. Entre ellos figuran viejos militantes sandinistas y notorios escritores como Sergio Ramírez. Hugo Torres, combatiente que le salvó la vida a Ortega cuando se tomó un evento social de Somoza y logró su liberación, está ahora preso en los calabozos oficiales.
El difícil ambiente sociopolítico, exacerbado por la pandemia, hizo que entre 2017 y 2020 el PIB se contrajera un 8,8% acumulado. El analista económico Enrique Sáenz, que vive en el exilio en Costa Rica, informa que el 45% de la fuerza laboral se encontraba en condición de subempleo y más del 10%, en el desempleo total.
Desde 2007 a la fecha, el gobierno sandinista se jactó de una amistad incondicional con el gran capital nicaragüense que permitió el crecimiento sostenido de la economía, pero todo cambió en abril de 2018, cuando la relación se fracturó por una reforma a la seguridad social que derivó en masivas protestas reprimidas violentamente y que costaron más de 300 vidas.
Entre el año 2000 y el 2017, el impulso al crecimiento económico sostenido provino de las remesas y la inversión extranjera directa. Pero la contracción entre 2017 y 2020 fue consecuencia de las protestas, la pandemia y el impacto de dos huracanes. Para agravar las cosas, el gobierno o la señora Murillo decidieron capturar a los dos dirigentes empresariales más importantes del país, desconociéndose su paradero.
La economía había resistido gracias al financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Centroamericano de Integración Económica y el Fondo Monetario Internacional. Ese financiamiento está en vilo ante las arbitrariedades de la dictadura y las condenas públicas que ha recibido del presidente Biden y de la Comunidad Europea.
“El rechazo internacional hacia los comicios organizados por (Murillo y Ortega) se debe a que «tienen un problema de credibilidad serio»”, según el analista Eliseo Núñez. Como lo publicara France 24, “el gobierno de Nicaragua se encamina hacia un «aislamiento total» internacional, cuyos países no compran el «mundo alternativo» que ha creado la narrativa oficial de Ortega. «No se da cuenta de que ese mundo sólo existe para él y su gente. El resto del mundo ni le cree, ni lo quiere»”.
Nicaragua está en profunda crisis política. El régimen está dominado por Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, un veterano exguerrillero que lideró la lucha contra la dinastía Somoza, para erigir una dictadura propia similarmente cruenta. El presidente padecería de demencia senil.
La señora Murillo se confiesa bruja y creyente en las radiaciones cósmicas que pretende atrapar con grandes árboles metálicos diseminados por el pequeño territorio, según una crónica de Alma Guillermoprieto en The New York Review. El 7 de noviembre pasado, la señora hizo reelegir a Ortega por cuarta vez consecutiva sin ninguna competencia política porque encarcelaron a los siete candidatos que intentaron competir con él. El 65 % de los nicaragüenses desaprueban la dinastía Ortega.
La economía nica crecía aceptablemente entre el año 2000 y el 2017, rozando el 4% anual, gracias a las remesas y a la inversión extranjera directa. La economía local se basa en tres pilares: el 35% del PIB corresponde a su actividad exportadora, de la cual la mayoría es absorbida por Estados Unidos; otro 35% del producto corresponde a la economía informal, mientras que alrededor del 20% de la economía se alimenta de las remesas que envían sus expatriados, que son legión. Entre ellos figuran viejos militantes sandinistas y notorios escritores como Sergio Ramírez. Hugo Torres, combatiente que le salvó la vida a Ortega cuando se tomó un evento social de Somoza y logró su liberación, está ahora preso en los calabozos oficiales.
El difícil ambiente sociopolítico, exacerbado por la pandemia, hizo que entre 2017 y 2020 el PIB se contrajera un 8,8% acumulado. El analista económico Enrique Sáenz, que vive en el exilio en Costa Rica, informa que el 45% de la fuerza laboral se encontraba en condición de subempleo y más del 10%, en el desempleo total.
Desde 2007 a la fecha, el gobierno sandinista se jactó de una amistad incondicional con el gran capital nicaragüense que permitió el crecimiento sostenido de la economía, pero todo cambió en abril de 2018, cuando la relación se fracturó por una reforma a la seguridad social que derivó en masivas protestas reprimidas violentamente y que costaron más de 300 vidas.
Entre el año 2000 y el 2017, el impulso al crecimiento económico sostenido provino de las remesas y la inversión extranjera directa. Pero la contracción entre 2017 y 2020 fue consecuencia de las protestas, la pandemia y el impacto de dos huracanes. Para agravar las cosas, el gobierno o la señora Murillo decidieron capturar a los dos dirigentes empresariales más importantes del país, desconociéndose su paradero.
La economía había resistido gracias al financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Centroamericano de Integración Económica y el Fondo Monetario Internacional. Ese financiamiento está en vilo ante las arbitrariedades de la dictadura y las condenas públicas que ha recibido del presidente Biden y de la Comunidad Europea.
“El rechazo internacional hacia los comicios organizados por (Murillo y Ortega) se debe a que «tienen un problema de credibilidad serio»”, según el analista Eliseo Núñez. Como lo publicara France 24, “el gobierno de Nicaragua se encamina hacia un «aislamiento total» internacional, cuyos países no compran el «mundo alternativo» que ha creado la narrativa oficial de Ortega. «No se da cuenta de que ese mundo sólo existe para él y su gente. El resto del mundo ni le cree, ni lo quiere»”.