Rodolfo Hernández me inspira desconfianza. El candidato expresó admiración por Adolf Hitler y le atribuyó una frase que nunca dijo: “No pretenda que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Se especula que la frase la dijo Albert Einstein, el científico judío que hubiera sido cremado de quedarse en su Alemania natal. Rodolfo es muy ignorante o carece de empatía para las víctimas del holocausto. Se excusó diciendo que había sido un lapsus, algo que otro judío notorio, Sigmund Freud, interpretó como revelaciones del inconsciente y de las enfermedades del alma.
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Otros lapsus de Rodolfo han demostrado que es machista, al decir que la mujer debe concentrarse en los oficios caseros. Su contendor Petro defiende, por el contrario, la igualdad de género. En su programa afirma poéticamente: “Guardianas del agua y de la tierra fértil, defensoras del territorio y de la biósfera, cuidadoras y tejedoras de la vida y la paz, bastiones de la economía; las mujeres sostienen el mundo”.
Hernández ha dicho que todos los políticos son corruptos, menos él. Anuncia una purga del servicio civil y del servicio diplomático, que cerrará sedes por doquier, aislando más al país de lo que está. Según la revista The Economist, “algunas de las bravatas del señor Hernández tienen tonos autoritarios. Propone sostener ruedas de prensa diarias en las cuales los políticos presuntamente corruptos serán denunciados y avergonzados. Los ciudadanos que informen sobre funcionarios ladrones serán recompensados con 20 % del dinero que termine siendo recuperado”. Rodolfo socavará las instituciones: anuncia estados de emergencia que cerrarán el Congreso y debilitarán las cortes.
En economía, Hernández propone aplicar un IVA chato del 10 % que recaerá sobre todos los bienes y servicios. Calcula que el recaudo por este impuesto crecerá un 14 % al eliminar los descuentos y las devoluciones que lo plagan. Lo cierto es que una persona rica y otra pobre pagarán el mismo porcentaje por la comida, el arriendo y los servicios públicos, aunque la capacidad de pago de cada uno es abismalmente diferente. El IVA tal como está excluye la comida y otros bienes de primera necesidad; aunque es muy alto (19 %), es menos regresivo que el que propone Rodolfo.
Frente a las condiciones laborales, Hernández propone incluir “un cambio en la determinación del salario mínimo, que deberá ser regionalizado”. La propuesta hará difícil que los trabajadores se den cuenta de los cambios en la capacidad adquisitiva de tantos salarios mínimos y será un incentivo para la migración hacia las regiones con mayores salarios aparentes.
Petro sintetiza su visión así: “Colombia necesita pasar de una economía extractivista a una economía productiva, y de su predominancia fósil a la economía descarbonizada que incluye las tres grandes democratizaciones para hacerlas realidad: las de los espacios rural, urbano y digital, y las del crédito y el saber”. Piensa suspender la exploración de nuevos pozos petroleros, lo cual puede tener repercusiones negativas a largo plazo (10 a 12 años). Algunas de las herramientas para promover la industria y la agricultura serán los aranceles a las importaciones que compiten con ellas, lo cual puede tener impacto negativo sobre el costo de vida. No tiene una visión de exportar más aplicando ciencia y tecnología, sino de importar menos.
Al lado del tosco y conflictivo Rodolfo, Gustavo luce como un estadista moderado que respeta la institucionalidad.
