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Entramos en una etapa de incertidumbre y no lo digo solo por las impensables situaciones geopolíticas de los últimos días, semanas, meses... lo digo por la estabilidad del funcionamiento biofísico de este planeta. La semana pasada, se presentó el Global Tipping Points Report 2025, una alianza internacional de instituciones científicas que hace seguimiento a cuatro sistemas claves para el equilibrio del planeta: el bosque amazónico, la circulación del océano Atlántico, los arrecifes de coral y los glaciares de montaña. Todos muestran señales preocupantes de degradación, pero el caso de los arrecifes de coral se presenta como un cambio irreversible, debido al aumento progresivo de las temperaturas en los océanos que está provocando blanqueamientos masivos por estrés térmico y luego la muerte de los corales. Sobre esto escribí en otra columna el año pasado “Cosas invisibles que se vuelven urgentes: arrecifes, microplásticos y fragilidad”.
Los procesos que antes nos brindaban estabilidad en el planeta y que dábamos por hecho (el clima, las estaciones, los ciclos del agua o la salud de los ecosistemas) ya no son garantía y se han convertido en motivo de preocupación. Hemos dejado atrás la era de la estabilidad ecológica y entramos de lleno en una era de incertidumbre. Pero para gestionar la incertidumbre necesitamos cada vez más y mejores datos e información.
Según los registros del Invemar, las áreas coralinas en Colombia tienen una extensión de 375.322 hectáreas, de las cuales el 84 % se encuentra en el archipiélago de San Andrés y Providencia; el 10,6 % en los archipiélagos de Islas del Rosario y San Bernardo, y el resto se distribuye entre el Caribe continental y unos pocos puntos en el Pacífico. Contamos con un Programa Nacional de Monitoreo de Arrecifes Coralinos, que evalúa indicadores ecológicos como el porcentaje de coral vivo, la cobertura de algas y la abundancia de peces herbívoros (como los peces loro) y carnívoros (como meros y pargos). Con esta información se construye el Indicador de Condición y Tendencia de los Arrecifes Coralinos, que permite entender el estado del ecosistema y sus cambios en el tiempo.
El Invemar presenta este indicador en varias publicaciones. El Informe del Estado de los Ambientes Marinos y Costeros en Colombia más reciente, con datos del 2024, muestra el siguiente panorama para los arrecifes: la condición es regular en las Islas del Rosario, San Bernardo y Varadero, en alerta el Urabá chocoano y en condiciones buenas y deseables están los arrecifes del Tayrona, Utría, Malpelo y Gorgona. No hay datos del Caribe insular. En el último Reporte del estado de los arrecifes coralinos y pastos marinos en Colombia, publicado en 2023, los investigadores advierten sobre las dificultades presupuestales que han impedido completar los monitoreos en varios años o estaciones.
Estos resultados reflejan una vulnerabilidad que no podemos subestimar. Es urgente fortalecer el monitoreo, actualizar sus preguntas y garantizar su sostenibilidad financiera. No basta con saber “cuántos corales quedan”, debemos entender qué implica su pérdida ecológica, económica y socialmente. También es urgente hacer un seguimiento sistemático a los proyectos de restauración coralina que han recibido recursos públicos importantes.
Esta semana, Colombia será sede de Datos Vivos 2025, un encuentro global sobre datos de biodiversidad; será una oportunidad única para revisar la pertinencia y suficiencia de los datos con los que tomamos decisiones ambientales y gestionaremos los umbrales de cambio.
