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Creer es resistir

Santiago Gamboa
06 de agosto de 2022 - 05:30 a. m.

Tenemos la obligación de ser optimistas, tanto quienes creímos en un cambio como los más escépticos. Incluso los conservadores de buena fe. Habrá que vigilar, claro, pero sobre todo creer que se puede, pues ese anhelo amplía el territorio de lo posible. Imaginar es también anticipar la realidad, y creer es imaginar lo que aún no existe. No les hablo aquí a los electores más ultraderechistas y pragmáticos, pues supongo que una parte se habrá ido ya del país —si es que cumplieron su amenaza— y la otra simplemente se sentará a mirar, deseando que las cosas le salgan mal al nuevo gobierno. Será la opción de Pastrana y de Duque, empatados en la lista de los peores presidentes del país, o la de ese estamento corrupto de los contratistas del Estado, la Colombia oscura que vivió del erario por sus relaciones con políticos o gobierno. Hoy se les va la gallina de los huevos de oro. Ahora que el poder ya no está en manos de sus cómplices, ¿qué van a hacer? ¿Qué será de esos contraticos por “asesoría ambiental” o “asesoría de imagen” que deglutían anualmente $50 billones? Puedo imaginar lo que harán: vigilar los recursos que antes se robaban y preparar su pío pío.

Sé que hay mil debates sobre los nombramientos del nuevo gobierno argumentando que tal o cual personaje no representa un cambio verdadero. La Historia del mundo ya ha vivido esto mil veces. De repente, surgen químicos que quieren ver la pureza absoluta en la nueva sociedad, en nuestra imperfecta democracia de dos largos y violentos siglos. Nuevos creyentes de última hora piden el cielo y nada más que el cielo. Los comprendo y quisiera que el país pudiera satisfacerlos, pero la mala noticia es que todos, del primero al último, somos humanos. Y como dijo Montaigne: “El hombre es variable y cosa vana”. El problema es sólo ese: que nuestro país está poblado por seres humanos, no por ángeles flamígeros. Colombia sigue siendo Colombia.

Parafraseando el último —y excelente— libro de mi compañero Mario Mendoza, hoy diría que “creer es resistir”. Por primera vez un gobierno popular llega al poder en el país, pero los enemigos son fuertes. Duque usó hasta el último día de su moribundo gobierno para amarrar los recursos futuros del Estado a favor de amigotes y cómplices, y poco le faltó para salir en una avioneta repleta de lingotes de oro hacia Panamá, como Abdalá Bucaram. Esos contratos firmados a las carreras ¿podrán revertirse? No lo creo. Quienes llevan cuatro años burlando la ley saldrán a gritar que les están violando los derechos. Así se construyó el déficit más grande de la historia del país dejado por un presidente. $83 billones en 2021. Eso coincide con la plata que Duque repartió en el primer semestre del 2022 saltándose la Ley de Garantías. Todo el país vio su trampa y hasta sus copartidarios lo insultaron.

En el libro de Mario vemos cómo la literatura es una fuente de nobleza y valores que ayuda a sobrellevar los momentos difíciles, porque en el arte la injusticia o la crueldad se transforman en conocimiento. Y en belleza. Y lo que vale para un individuo vale para una sociedad. Por eso, ante este nuevo país, debemos seguir el ejemplo de la literatura: creer en lo que aún no existe para hacer que una idea colectiva tenga sentido. Sí: creer para resistir.

 

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