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En agosto nos vemos

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Santiago Gamboa
16 de marzo de 2024 - 02:05 a. m.
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Pasé la mañana leyendo En agosto nos vemos y me conmovió sentir que García Márquez “está ahí”, en esa escritura tal vez ya no tan resuelta y algo cansada si se la compara con la de sus mejores libros. Pero está. Como la imagen borrosa de alguien muy querido en una foto recién descubierta. Pocos autores fueron tan amados por sus lectores como García Márquez. Lo suyo fue un amor invariablemente correspondido, un idilio entre sus libros y quienes los leímos, quienes seguimos su trayectoria asombrados, a veces más y otras un poco menos, pero siempre con la gratitud a un artista que nos hizo más comprensible la vida, que llevó muy lejos la experiencia de verbalizar de un modo implacable tal cantidad de situaciones e ideas que se volvieron su propia marca, su estilo específico de recrear el mundo, y que fue adoptado y celebrado en el planeta entero. Cuando se dice que un autor es universal, suele ser una metáfora. Porque el universo es infinito, claro. Pero si nos ceñimos a lo conocido, allí donde hay lectores y libros disponibles, podemos decir que García Márquez fue —junto a Pablo Neruda— el escritor más célebre del siglo XX. Más que Hemingway y Sartre y más que Marguerite Duras y Thomas Mann y Marcel Proust. A esos niveles tan altos se vuelve irrelevante comparar talentos, por supuesto, pero lo que sí podemos es ver cómo algunos de ellos tuvieron una vocación mayor para ser comprendidos e incorporados por diferentes culturas y diferentes tipos de individuos. García Márquez —jamás practiqué la infinita lambonería de llamarlo Gabo, que debería estar reservado a sus amigos íntimos de verdad— fue leído en lugares tan remotos como Indonesia o Tailandia, en China es un clásico y, como Neruda, muchas escuelas públicas llevan su nombre; su estética fue seguida por autores como Salman Rushdie desde la experiencia de la India, o Tahar Ben Jalloum desde Marruecos. En todos esos lugares no sólo lo leían, sino que lo idolatraban. Lo amaban. Y ese amor siempre correspondido estaba en todo tipo de personas: judíos y católicos y musulmanes y ateos; gente culta de derecha, de centro y de izquierda; jóvenes y mayores y viejos. Incluso su gran rival en lides políticas y humanas, que llegó a darle un puño en la cara, Mario Vargas Llosa, nunca renegó de su admiración literaria.

Por eso, para mí, la publicación de este libro es un acontecimiento que está en la esfera afectiva, humana, espiritual; más allá del probable valor literario, de si le agrega o no algo a su obra, sino en la posibilidad de volver a sentir el pulso, aún con latidos más débiles, de ese mismo corazón que nos llenó de anhelo, que nos hizo no sólo amar la literatura sino también la vida, que nos llevó a creer que las historias son una forma de conocimiento que nos hará mejores, porque nunca podremos ya saber qué diablos habría sido de nuestras vidas si no hubiéramos podido leer Cien años de soledad o si jamás hubiéramos tenido ante nuestros ojos la definición de la profundidad que escribió en su cuento El ahogado más hermoso del mundo: “Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buque mercante para que pudiera fondear en los mares más profundos, allá donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia”. Gracias una vez más, maestro. Hasta la eternidad.

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Ricardo(hwcm7)23 de marzo de 2024 - 01:15 a. m.
Sus columnas a veces son buenas. Esta si, poco. El eterno piropo a un escritor que desde su novela "El amor en los tiempos..." parecía más un libretista de telenovela que un escritor. Menos mal que no dijo "nuestro premio nobel". Que hartera de expresión
Juan(tvlxj)18 de marzo de 2024 - 06:26 p. m.
En agosto nos vemos, Gamboa, a ver si en ese momento sí dice algo de la novela. Qué derroche de bengala retórica, poco menos que inútil, el de esta columna.
Alex(2475)17 de marzo de 2024 - 06:04 p. m.
Esa lambonería que no cometió jamás al llamarlo Gabo desborda aquí, en esta columna mísera, donde cae en lugares comunes tan espantosos como decir que es "el escritor más célebre del siglo XX". El crítico elude el lugar común porque sabe que allí hay mucho que hilar y tejer. Usted lanza una bola de estambre que quizá sirva para que juegue algún gato. Lamentable.
NAVY(47439)17 de marzo de 2024 - 12:01 p. m.
Gracias GGM que nos sigue deleitando con su exquisita prosa desde la eternidad.
Lola(15127)17 de marzo de 2024 - 11:26 a. m.
Gracias. Apartándome un poco del tema, nunca he entendido a aquellas personas que por política odian la obra de un buen escritor o artista. A mí no me gusta Vargas Llosa como persona pero lo adoro como escritor por eso nunca le desearía mal.
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