Jamás pensé que debería —ni habría deseado— escribir esta columna, dedicarle atención a algo tan insólito, banal e incluso grosero, como que dos cantantes de vallenato, el uno muy conocido en la región y el otro más bien local, decidan ponerse a cantar, grabar en video y finalmente divulgar, a través de esa efímera versión del Juicio Final anticipado que son las redes sociales, una canción en la que se le hace a García Márquez la acusación más asombrosa y tercermundista que uno pueda imaginar: la de no haberle dado algo a su pueblo, entendiendo por “algo” un colegio, el acueducto, ¿un centro de salud? ¿Una carretera? Lo escribo y...
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