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Suelo ser escéptico con este tipo de mediciones internacionales, más aún cuando provienen de sondeos. ¿Qué importancia puede tener lo que piense una mayoría sobre asuntos que no dependen de la opinión del público? Mucho peor cuando se trata de cosas técnicas: ¿en qué enriquece mi comprensión del problema saber que, por ejemplo, un 42 % o un 0,8 % de las personas creen que la vacuna del COVID-19 no será efectiva en más de un 70 %? La información de que Colombia es el país más corrupto del mundo, difundida por el noticiero CM& y que aparentemente se basa en un sondeo de la organización Transparencia Internacional, tiene toda la pinta de ser uno de estos informes técnico-emotivos. Como lo de que antes éramos el país más feliz del planeta. Por esto me puse a buscar en internet y me llevé la sorpresa de no encontrar absolutamente nada al respecto. La página web de Transparencia no menciona ninguna clasificación reciente de este tipo. Hay un portal llamado RedRadiove que es el único que da cuenta de la noticia, explicando que es el resultado de un sondeo entre 20.000 personas. Pero no hay nada más, lo que, por tanto, no nos permite comprobar o desmentir que eso exista, pues no hay declaración en ninguno de los dos sentidos. Tampoco encontré la menor mención en la prensa de México, que aparece en segundo lugar, lo que es francamente sospechoso.
Pero, sea real o falso, la verdad es que tampoco se necesita de un sondeo mundial para saber que Colombia es un país extremadamente corrupto. Poco importa si es el número 1 o el 13 o el 26 en el ranking, eso ni agrava ni aminora el problema. Sólo lo pondría en perspectiva, algo que no cambia en nada las cosas, del mismo modo que saber que fuimos “los más felices del mundo” tampoco nos condujo a la felicidad plena, ni nos mejoró creer que nuestro himno nacional fuera el segundo más bello después de La Marsellesa. La corrupción en Colombia está desatada y nada puede detenerla, pues no hay, desafortunadamente, una imagen fuerte desde arriba que dé el ejemplo. Todo lo contrario. El que la hace no la paga, al revés: obtiene jugosas ganancias. No hay más que ver el caso de Néstor Humberto Martínez, exfiscal pero no del país sino del dueño del país, Sarmiento Angulo, y que más parecía encargado de serruchar a como diera lugar el proceso de paz, congelar las acusaciones contra los Uribe y ocultar o archivar cualquier duda o vínculo entre su patrón y Odebrecht. Ahora que al parecer España no lo aceptó como embajador, el premio de consolación del Gobierno fue un cargo en algo llamado Comisión contra el Crimen (quedaría mejor en Comisión del Crimen). ¿Qué ejemplo se les está dando a los peces pequeños? ¡Ahora todos querrán ser tiburones! Y en cuanto al dinero público, ni hablar. El COVID-19 fue el Baloto no sólo de decenas de alcaldes y gobernadores, sino de los empresarios amigos del Gobierno y, sobre todo, de los bancos, que en el 2020 obtendrán las mayores ganancias de la década. Por eso da vértigo ver que el Gobierno logró aprobar un endeudamiento de la nación por otros 14.000 millones de dólares. ¿A qué bolsillo irá a parar esa platica que quedará como deuda de todos? La pandemia, en el fondo, nos sirvió para entender que, tal como está hoy, Colombia es un Estado absolutamente fallido e inviable.
