Entre quienes se alegraron por la tramposa elección de Maduro, más allá de los chavistas de pura cepa y los dictadorzuelos equivalentes, caso de Ortega, hay un curioso gremio al que la noticia le llegó como agua de mayo, y así lo vienen demostrando en estos días: me refiero a la rancia ultraderecha colombiana. Estos personajes, que llevaban un par de años dedicados a hacer crucigramas en sus elegantes residencias estrato 10 y a mirar series desde temprano —mantenidos por nuestros impuestos y por los negocios que hicieron cuando tenían el poder—, de repente despertaron y salieron a la luz. Como en ese viejo film, La noche de los muertos vivientes, volvieron a las pantallas de televisión y las ondas de radio. ¡Están ahí! Todos, en simultánea, dejaron de lado sus revistas de juegos y el control del Netflix y se espabilaron. Por supuesto el que dio el pistoletazo de salida fue Uribe, desde el letargo subjudice en el que se encuentra a la espera de que sus abogados obtengan la calculada preclusión de su caso. Él, con su olfato de viejo zorro político, comprendió que este atraco de Maduro podría servirle de plataforma de lanzamiento. “¡Houston, Houston!”. Igual que con la victoria del NO en el plebiscito por la paz del 2016, Uribe se dijo: “Con esto sacamos presidente en 2026″. Y empezó el show. “¡Show time!”. La consigna —como en 2016 y 2018— es hacer creer a la gente menos educada del país, que por desgracia son muchos, que en Colombia va a pasar lo mismo y que Petro, como Maduro, va a hacer trampa para reelegirse. ¿Y cómo podría hacerlo sin reelección y sin tiempo para instaurarla? Eso no importa, piensa Uribe. Lo que vale es que la gente crea que va a pasar y que, como él en 2006 y en 2010, Petro buscará quedarse en la presidencia haciendo fraude electoral. Es justo recordar que cuando fue el turno de Uribe no hubo fraude, aunque sí esa forma de soborno al Congreso que llamamos mermelada. “El mercado persa”, en palabras de Noemí Sanín.
De cualquier modo, la idea funcionó y los “muertos vivientes” empezaron a surgir. Un noticiero de televisión invitó a opinar a Pastrana, desaparecido por mor de sus fiesticholas isleñas del pasado; las emisoras de radio le dieron la palabra al intelectual Iván Duque, famoso por citar de modo erudito a los siete enanitos en una Conferencia General de la UNESCO, y por la autoedición de sus Obras Selectas en cinco tomos de las que —me informan—, se han vendido seis ejemplares en tres años… ¡Y lo más asombroso es que no todos los ha comprado él! La Cabal y Paloma no paran de trinar advirtiendo que Petro va a hacer fraude y que viva la democracia y que la defenderemos con la vida y con nuestros escoltas de la UNP. Es tal el valor de este golpe de suerte que hasta Pacho Santos, desde lo más oscuro del cementerio, resurgió llamando a manifestarse frente a la embajada venezolana.
Es innegable: la jugarreta chavista les dio vida, sabia, sangre nueva. ¡El jubileo del uribismo! Los imagino celebrando con aguardiente y tirando voladores en El Ubérrimo. Porque Maduro no solo les devolvió la vida sino que, si sigue en esa empecinada actitud, podría incluso devolverles, en 2026, lo que más anhelan: la presidencia y, con ella, la jugosa chequera del Estado que tanta falta les hace.