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Temas, temitas, tendencias

Santiago Gamboa
04 de febrero de 2023 - 02:05 a. m.

¿Cuáles son los temas de los libros de hoy? Hay tipos de novela que ya no se escriben: las de espías o las de mar. Tal vez porque corresponden a experiencias del pasado. Lo cierto es que hay un predominio de dos formas: la novela negra y sus matices intermedios, y las novelas de autoficción, engastadas en historias que, a su vez, pueden ser de “formación” literaria o de retratos familiares. Un poco al estilo de la Bildungsroman del siglo XX: El retrato del artista adolescente, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge y, por supuesto, la gigantesca y apoteósica À la recherche du temps perdu, que es la gran obra de ese tipo de novela. Los libros en los que un autor habla de cómo se convirtió en autor y devela algunas de sus claves. Una memoria literaria de la búsqueda de la identidad a través de la literatura.

Pero hay más. Uno de los grandes subgéneros de esta autoficción es la “novela sobre el padre”, con un apartado a la madre, a veces incluido en el mismo texto, caso de Ordesa. En “padre” estaría El olvido que seremos y en “madre” Canción de tumba, de Julián Herbert. Suelen ser muy narrativos (descriptivos, conmovedores) por su carácter familiar y evocador. El noruego Knausgård los engloba todos en su hexalogía: Mi lucha. Ahí están el padre, la madre, la vocación literaria, los primeros libros, las lecturas, la infancia, el amor, los hijos…

A estos se unen otros que provienen de experiencias excepcionales. Haber sobrevivido a un atentado o haber estado en la cárcel o secuestrado o víctima de algún tipo de violencia (la familia de Charrière, desde Papillon), e incluso haber sufrido depresiones clínicas (como Yoga, de Carrère). Sus autores son personas “a las que les pasó algo”. Algo definitivo que marcó su relación con el mundo y justifica su empeño literario. En depresiones, es el gran recurso de la literatura francesa: los dos grandes depresivos, por excelencia, son Carrère y Houellebecq.

La autoficción que se dirige a la formación literaria es diferente. Por lo general se convierte en “ensayo autobiográfico”. Está en varios libros de Martin Amis. Hay otros en los que el objeto de búsqueda del autor no está en sí mismo, sino en otra persona, sea artista o personaje excepcional. Libros altamente biográficos. Es el sello característico e inconfundible de Javier Cercas o del Carrère de Limónov.

A partir de aquí hay otro tipo de narración: la que habla de otros libros. Yo diría que proviene de Borges. Escribir no para reproducir la vida (propia o ajena), sino a partir de lo leído en otros libros. Pensar y pensar la literatura. El gran paradigma es Borges. Ahí está Vila-Matas, claro. Y mi viejo compañero Fresán, que hace algo parecido sobre una distancia más larga: nunca menos de 500 páginas. Dice Broch, citado por Kundera en El arte de la novela (citado a su vez por Rafael Chirbes): “Descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela. La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela”. Es la particular forma de “conocer” que permiten las novelas. Y están los que escriben “novelas de toda la vida”, como la gran Almudena Grandes, en España, o Elena Ferrante en Italia.

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