Terminó la primera ronda de negociaciones con el nuevo formato con la Unión Europea. El resultado fue el esperado. Avances en todas las mesas, consolidación de la apertura existente y anuncios de presentación de ofertas en el futuro.
Sin embargo, dos temas llamaron especialmente la atención. El primero, la activa participación de Ecuador. Después de los reclamos y amenazas de ese país, junto con Bolivia, a Colombia y Perú, debido a que estaban privilegiando sus intereses sobre los de la Comunidad Andina, y el anuncio que no seguía en las negociaciones si no eran bloque a bloque, Ecuador apareció en esta primera ronda y el tono de sus posiciones fue similar al de sus socios andinos; salvo por la insistencia de recibir un trato especial en casi todos los temas.
El segundo, que la Unión Europea, si bien decidió abandonar la idea de la negociación CAN-UE y permitir que ésta avanzara con un formato multipartita con los países andinos que estén dispuestos a ello, en la práctica continúa insistiendo en exigir que el proceso de integración funcione y actuemos como la unión aduanera que no somos.
Los negociadores europeos esperan que una vez entre una mercancía amparada por el acuerdo comercial a cualquiera de los países andinos, ésta pueda circular libremente entre ellos sin pagar aranceles o con estándares únicos en materia, por ejemplo, de medidas sanitarias. Esta posición riñe con la realidad de nuestro proceso de integración. No tenemos un arancel externo común, no estamos dispuestos a que otro país cobre los impuestos a las importaciones por nosotros y no tenemos regímenes comunes que unifiquen las normas sanitarias.
Aunque éste será un escollo en la negociación, no se puede permitir que tome tanto vuelo que al final Europa nos cobre por aceptar que somos países independientes y que la CAN es simplemente una zona de libre comercio más.