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La semana pasada apareció uno de esos documentos. De éste se desprende que el TLC con Panamá se presentará a consideración del Congreso primero que los de Colombia y Corea, mientras que estos últimos tendrán que cumplir algunos derroteros, sin decir cuáles, antes de poder ser analizados por el Legislativo en Estados Unidos. Seguramente tendrán que ver con temas laborales.
Este hecho ha permitido que varios analistas planteen que hasta aquí llegó el TLC; que es evidente la falta de interés del gobierno de Estados Unidos en darse la pela de someterlo a aprobación del Congreso y que por lo tanto el objetivo de Colombia debe concentrarse en buscar la prórroga de las preferencias del Atpdea y olvidarse del tratado.
Otros pensamos que por lo menos ya se está diciendo que va a existir algún punto de referencia que permitiría avanzar en el trámite de aprobación del tratado. Que es un avance. Además, se debe tener en cuenta que el reporte no habla de renegociación, ni del cumplimiento de condiciones y que, por el contrario, destaca la importancia del TLC de Colombia para las exportaciones de Estados Unidos.
Este es un reconocimiento nada despreciable, viniendo de un documento de los demócratas. El problema, gran problema, es que en este momento las prioridades en el país del norte van hacia otro lado.
Indudablemente los esfuerzos del equipo de Obama están dirigidos al manejo de la crisis económica, y no se van a poner a discutir sobre temas de libre comercio, en especial con países con líos laborales.
Por ello, este proceso tomará su tiempo. En ese sentido, si bien el Gobierno colombiano deberá continuar con su discurso de apoyo al tratado y no decaer en su propósito, hay que ser realistas y entender que por ahora el TLC sigue en el limbo; aunque no muerto, como lo quisieran ver sus contradictores.
