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¿De qué ‘mierdas’ estamos hablando?

Santiago Vargas Acebedo

06 de diciembre de 2025 - 12:04 a. m.

Rahmanullah Lakanwal tenía 5 años cuando el ejército estadounidense, bajo instrucciones del entonces presidente Bush, invadió Afganistán como respuesta a los ataques del 11 de septiembre. Esta ofensiva, denominada Operación Libertad Duradera, se gestó con el objetivo de derrocar al gobierno talibán, a quien Washington acusaba de refugiar a al-Qaeda. Cuando las tropas del Tío Sam inevitablemente se tomaron Kabul, los talibanes se retiraron a zonas rurales al sudeste del país, desde donde se reorganizaron en movimientos guerrilleros con miras a retomar el poder. Precisamente para impedirlo, el ejército estadounidense permaneció 20 años en Afganistán, desencadenando la guerra más larga de su historia. Durante este tiempo, una de las tácticas principales de las que se valió Washington para contener a los talibanes fue la creación de escuadrones paramilitares, agrupados bajo el nombre de Unidades Cero, integrados por afganos pero financiados y supervisados por la CIA. Rahmanullah Lakanwal ingresó a uno de estos escuadrones cuando era apenas un joven adolescente.

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De acuerdo con Human Rights Watch, las Unidades Cero fueron responsables de múltiples abusos a los derechos humanos contra la población civil, incluyendo ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y bombardeos aéreos indiscriminados (cualquier parecido con la historia colombiana no es más que una cruel coincidencia). Como era de esperarse, el patrocinador oficial de estas operaciones, la CIA, ha negado estas acusaciones alegando que son producto de la propaganda talibán. La unidad de la que hizo parte Lakanwal operaba en Kandahar, ciudad donde nació el movimiento talibán, la cual, por lo mismo, padeció con particular brutalidad los estragos de la guerra. Por eso, tras años de dedicarse a cazar connacionales afganos en Kandahar, no es de extrañarse que Lakanwal haya resultado tan emocionalmente perturbado y con tantos trastornos de salud mental, según se lo contó un amigo personal suyo al New York Times. Cuando los talibanes retomaron el poder en el 2021, tras la desastrosa retirada comandada por Biden, la vida de Lakanwal corría peligro. Por eso, el gobierno norteamericano le otorgó asilo político, lo cual le permitió asentarse en una ciudad pequeña del estado de Washington.

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Pues bien, la semana pasada, Lakanwal viajó hasta Washington D.C. y, con un “Smith & Wesson del especial” como dice la canción, le disparó a dos oficiales de la Guardia Civil, matando a una y dejando al otro en condiciones críticas. En respuesta, Trump prometió suspender toda la migración proveniente del “Tercer Mundo” para reducir la llegada de “poblaciones disruptivas” que no son “compatibles con la civilización occidental”. La historia de Lakanwal es quizás una de las versiones más literales de lo que hace 20 años dijo Baudrillard: occidente engendra a los mismos enemigos que luego pretenden destruirlo.

Permítanme la siguiente digresión: se rumora que, durante la primera posesión de Donald Trump, Bush le dijo a Hilary Clinton al oído: “¡Qué mierda tan rara!”. Pues esta es quizás la frase que mejor resume la manera como el establecimiento demócrata y republicano se ha referido a Donald Trump: como una “mierda rara”, como una distorsión de “las costumbres americanas”. Pero la verdad es que Trump no representa una ruptura con esas costumbres, sino tan solo su agudización. Al fin y al cabo sigue intacta, por ejemplo, la manía de exigirle a las demás naciones acatar el derecho internacional mientras se rehúsan a cumplirlo ellos mismos, o el hábito compulsivo de explicar a los criminales domésticos llamándolos “personas trastornadas” a la vez que acusan a los criminales foráneos de provenir de “sociedades trastornadas”, o la costumbre de denominar las luchas propias como “libertad” y las ajenas como “terrorismo” o la propensión a llamar “barbarie” a la violencia extranjera y de llamar “legítima defensa” al hecho de que en suelo norteamericano haya más armas que personas, etc...

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Si el establecimiento demócrata y republicano se escandaliza con Trump es porque son, como se dice de los aristócratas en el Caribe, de los que le tienen “asco hasta su propia mierda”.

santiago.vargas.acebedo@gmail.com

Por Santiago Vargas Acebedo

Sociólogo y arquitecto que investiga la interacción entre la cultura y la política. Es candidato a doctorado en Sociología por la Universidad de Cambridge, tiene una maestría en Cultura y Sociedad de la London School of Economics y un pregrado en arquitectura de la Universidad de los Andes. Ha publicado ensayos, cuentos y columnas en medios.
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