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Uno de los principales argumentos para legalizar las drogas es reducir la criminalidad, o al menos los ingentes ingresos que logra la criminalidad mediante la producción y venta de sustancias psicoactivas. Quienes están en contra de la legalización ponen a los Países Bajos como ejemplo de que legalizar no elimina la mafia. Las crecientes cifras de criminalidad en el país que primero implementó la legalización de algunas drogas parecerían darles la razón. La semana pasada debieron aumentar el esquema de seguridad del primer ministro de los Países Bajos por sospecha de que podría ser víctima de un atentado.
El país que primero exploró la legalización ahora es víctima del terrorismo narco. La legalización no funciona para eliminar la mafia. ¿Fin de la discusión? Lo sería si el argumento no estuviese plagado de falacias. Hay una confusión esencial: la producción y venta de drogas no es legal en los Países Bajos. De hecho, la legalización de la droga en los Países Bajos fue una política bienintencionada en su momento, pero a la postre incompleta. Y, hoy por hoy, cobarde.
El consumo está despenalizado, pero despenalizar el consumo, si bien es necesario para proteger el derecho que todo consumidor de drogas tiene a la autonomía sobre su cuerpo, no hace nada para solucionar los problemas de criminalidad asociados al narcotráfico, que son los que generan los mayores estragos sociales. No se hace nada por reducir la criminalidad en la cadena del narcotráfico si no se despenalizan la producción y la venta. Despenalizar el consumo es una política positiva pero siempre será insuficiente, porque la violencia y la mafia están en las etapas anteriores.
Uno de los grandes errores en la política de drogas ha sido separar la penalización del consumo de la penalización de la producción y venta. Mentes de avanzada, como la de Carlos Gaviria en Colombia, lograron que el consumidor no fuera visto como un criminal. Eso está bien. Sin embargo, el necesario paso adicional y simultáneo debía ser que el productor y vendedor tampoco sea visto como un criminal.
En los Países Bajos se experimentó valientemente con legalizar ciertas drogas. Ahora, esta experimentación valiente también puede verse desde la otra cara de la moneda: fueron tímidos e incompletos pasos hacia la necesaria despenalización de TODA la cadena.
Hay muchas drogas cuya producción y venta sigue siendo ilegal en los Países Bajos, y es en torno a la producción y venta precisamente de estas drogas (no las que están legalizadas) que los criminales están convirtiendo a los Países Bajos en el epicentro de la narcoviolencia en Europa. ¿Cuáles son? Cocaína, heroína, éxtasis, MDMA, entre otras. Tienen que regularse, pero siguen en la ilegalidad.
Por tanto, si los Países Bajos pueden servir para ejemplificar un argumento con relación a la legalización de las drogas, ese argumento sería que las legalizaciones parciales y tímidas no son suficientes para solucionar el problema de grupos criminales financiados con multimillonarios ingresos de las sustancias psicoactivas.
No es suficiente despenalizar el consumo. No es suficiente despenalizar el cannabis. No es suficiente despenalizar los hongos alucinógenos. Hay que despenalizar la cadena de la cocaína, de la heroína, del éxtasis y de las demás drogas sintéticas, y controlarlas mediante la regulación y supervisión estatal.
Lo demás son paños de agua tibia. Necesarios e insuficientes.
Twitter: @santiagovillach
