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A pesar del bombo, la Iniciativa china de la Franja y la Ruta es mucho ruido y pocas nueces. No tiene un marco claro de cooperación, sus alcances específicos se pierden en una maraña retórica y al final no hay muchos resultados concretos a los que no pudiera llegarse mediante acuerdos bilaterales. Eso no es culpa del presidente Petro, sino la naturaleza de la Iniciativa.
De hecho, lo que realmente importa de la Iniciativa son los acuerdos bilaterales, porque la Iniciativa de la Franja y la Ruta es, por decirlo de una manera más directa, un producto de márquetin político que sólo se materializa cuando se negocian sus puntos entre los gobiernos individuales y China, sobre todo en el continente americano. Lo irónico es que para llegar a esos puntos ni siquiera hace falta firmar la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como ha demostrado la estrategia de México, de profunda cooperación con China sin meterse en la Iniciativa.
¿Entonces es malo firmarla? No. ¿Es bueno? Tampoco. Mejor dicho, todo depende.
No es necesariamente positivo que se haya firmado el acuerdo. Para los objetivos que Colombia quiere lograr con China, firmar ese acuerdo es innecesario. Ninguna inversión china en infraestructura y ningún préstamo exige la firma de la Iniciativa. Todo puede establecerse por fuera del marco del acuerdo y el acuerdo en sí no asegura ninguna ventaja especial.
El reconocimiento de Colombia a una sola China es el punto más importante del acuerdo, pero la marginalidad de Colombia en el conflicto entre Taiwán y China hace prácticamente irrelevante su posición al respecto. Es una posición que, además, puede cambiar sin importar que se haya firmado la Iniciativa, más aún en estos tiempos en los que el valor de los acuerdos y reglas internacionales están en caída libre y su cumplimiento depende más del contexto político.
Cuando se observa un mapa mundial de las rutas construidas en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, hay una enorme diferencia entre las rutas de la masa euroasiática-africana y las del continente americano: muchas de las rutas construidas en la masa euroasiática-africana son internacionales, conectan a los países entre sí, mientras las rutas en los países americanos son dentro de países, no entre países, y por lo general las obras simplemente son puertos. El poder de la interconexión que China promete y cumple en el ámbito asiático, africano y europeo se pierde en América. En este caso se trata simplemente de los mismos proyectos que se lograrían con simples acuerdos bilaterales y menos márquetin.
¿Es entonces negativo que se haya firmado? Si la presidencia Trump no hubiera convertido a Estados Unidos en la principal amenaza a la soberanía de los países de América Latina, mi respuesta sería distinta. En este momento, está bien generar contrapesos y acercamientos a China como una estrategia de protección. Así que, si la Iniciativa de la Franja y la Ruta no hace daño, tampoco está mal enviar con ella un mensaje.
Threads: @santiagovillach
