Comercialmente, los países de la cumbre Apec 2014 reúnen al bloque más grande del mundo, aunque las tensiones políticas dificultan la concreción de los proyectos conjuntos más ambiciosos.
La semana pasada hablé con un funcionario del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico sobre cuándo se preveía que Colombia, país que es observador, pudiera vincularse al club de economías que suman el 54% del PIB mundial y más del 40% del comercio. Su respuesta dio a entender que no sería en el corto plazo.
“Tenemos 21 países. Necesitamos más eficiencia. Si tenemos más miembros es más difícil encontrar consenso. Hubo una moratoria sobre el ingreso de nuevos miembros que venció en el 2010, y aunque tendría sentido que un país como Colombia entrara al grupo, esto afectaría el que se lograra llegar a los beneficios de tener un grupo de este tipo, por las dificultades para avanzar en la toma de decisiones”.
El bloque Apec tiene, además, el dilema de reunir intereses tan diversos y divergentes como los que existen entre los miembros del G20, o quizás más, pues muchos países Apec tienen el agravante de ser vecinos con disputas territoriales.
En torno al mar del sur de China, Vietnam, Taiwán, Malasia, Filipinas, y por supuesto China tienen encuentros recurrentes que entorpecen el diálogo económico fluido. Las tensiones ya conocidas entre China y Japón, o China y Estados Unidos, o Rusia y Estados Unidos, o incluso Rusia y China, hacen del grupo de cooperación económica un rompecabezas de piezas cuyo potencial brilla en el campo comercial, pero cuyas bisagras se endurecen cuando este dinamismo en el flujo de capital y mercancías se traduce al plano institucional.
El ejemplo perfecto fue la negociación de la Alianza Transpacífico (TPP), un acuerdo de un segmento de 11 países Apec que excluye a China, y que es liderado por los Estados Unidos. Barack Obama se reunió con sus representantes en la embajada de Estados Unidos en China, mientras China a su vez impulsaba el Área de Libre Comercio del Asia Pacífico (FTAAP), un acuerdo de proporciones titánicas cuya negociación tardaría mucho más que el TPP, pero que resultaría más inclusivo. Estos son solo dos ejemplos de los más de 100 tratados comerciales que se están negociando en la región.
Si instituciones con mayor cohesión política e ideológica, como la Unión Europea, encuentran dificultades hallando consenso, es obvio que un caleidoscopio de intereses como Apec avance a pasos de tortuga.
Pero no hay una salida fácil ni obvia a esta situación. La posición de Estados Unidos, si bien es poco amable con el país anfitrión, es comprensible: concretar un tratado más pequeño, de 11 miembros, al que después entren China y otros países.
La de China, sin embargo, también es razonable: impulsar un tratado en el que Estados Unidos y países aliados a Estados Unidos no tengan un peso de negociación que desequilibre a la potencia asiática.
Lo que le daría un giro a esta moneda que por una cara muestra ineficiencia institucional, es entender que Apec, más que ser un grupo que impulsa propuestas concretas para materializarlas a través de cronogramas fluidos, como en sus mejores momentos lo son los países BRICS o la Comunidad Económica Europea, es un espacio donde las distintas propuestas compiten como gladiadores, de forma casi darwiniana, y emerge la que más consenso o coherencia logre generar en la arena de combate.
Es un modelo interesante para que puedan cooperar países que comparten rivalidades tan profundas como Japón y China, o Estados Unidos y Rusia. Es además uno de los pocos espacios en los que grandes economías se pueden reunir sin la presencia de países europeos, generando un mayor equilibro y campo de maniobra a favor de las economías emergentes.
En definitiva, si bien Apec avanza con lentitud, es un espacio cada vez más interesante de observar. Más aún porque la expresión del “siglo del Pacífico”, si bien ya es un lugar común, no por nada es un cliché. De nuevo: Apec representa el 54% del PIB mundial.
Twitter: @santiagovillach