La pelea que está cazando Claudia López, la principal figura política del Partido Verde, con Gustavo Petro, va a costarle más caro a su propio partido que a la Colombia Humana. Esto porque los comentarios de Claudia López podrían tener dos motivos. El primero, que están diseñados para atraer a la derecha y generar distancia con la izquierda, y así competir directamente con el uribismo por votos. El segundo, que está dejándose llevar por impulsos agresivos que le cuesta trabajo controlar. Cualquiera de las dos son maniobras dañinas para una candidatura.
La segunda opción se puede comentar sin mucho análisis. Para nadie es un secreto que Claudia López tiene reacciones impulsivas, que le llevan a lanzar agresiones sin fundamento que luego le causan problemas. Por eso, por ejemplo, le cancelaron su columna de El Tiempo. Cuando competía contra Fajardo para la candidatura de los verdes para las elecciones de 2018, advertí que ella era una candidata más sólida que Fajardo, y que tenía más posibilidades de ganar las elecciones. Todo se reduce a un asunto de carácter: el de López es más fuerte que el de Fajardo, y al electorado colombiano le gusta ver a candidatos que lo proyecten.
Hasta acá pinto la combatividad de López como una mezcla de virtud y vicio, porque lo es. Le funciona cuando la enfila contra el uribismo. Cuando la enfila contra el petrismo, sin embargo, es un camino hacia la autodestrucción.
El motivo para ello está ligado al análisis de la primera opción, que López esté tratando de distanciar a los verdes de la izquierda para ganar los votos del uribismo. En este escenario, los Verdes estarían pensando más en un escenario de segunda vuelta contra el uribismo, habiendo ganado la primera vuelta contra Petro. Si se presentan como adversos a Petro, podrían ganarse la confianza de electores de derecha desencantados del uribismo. Esto incluso podría darles ventajas en una primera vuelta, e ir a la segunda contra Petro. En un escenario de segunda vuelta de Verdes contra Petro, los Verdes llevan la ventaja.
Esto, sin embargo, parte de la base de que el uribismo y la derecha simpatizan con los verdes más que la izquierda, y eso no es cierto. La derecha siempre va a tender hacia la derecha. Es, o era, más probable que un simpatizante de izquierda votara por los verdes, de lo que era que un simpatizante de derecha votara por los verdes. Falta ver si el Partido Verde comienza a inclinarse más y más hacia la derecha, para ocupar el lugar político que antes era del Partido Liberal. Este escenario es probable.
Con todo, el centro está en modo autodestrucción, porque si forja su identidad desde combatir contra la derecha y contra la izquierda, como lo está haciendo, va a alienar a buena parte de su electorado. No puede abrir dos frentes de combate al mismo tiempo, y el frente de combate natural de los verdes debe ser el uribismo, no Petro, con quien por lo pronto comparten prácticamente todos los puntos de la agenda programática.
Dicho de otro modo: el centro no puede distanciarse de la derecha con su programa, pero de la izquierda con sus palabras, porque van a generar la impresión de que sus programas son secundarios a sus verdaderas intenciones. En política las palabras y la imagen son tan importantes, o incluso más, que los actos.
El Partido Verde, de todas formas, no es un partido de izquierda. Tiene una agenda socialmente progresista, pero es económicamente compatible con el Partido Liberal gavirista y santista, y con el neoliberalismo. El Partido Verde es el movimiento más santista en la política colombiana. Esto último es el punto que con razón más se le critica desde la izquierda, pero por eso, finalmente, el centro es centro (aclaro: el Partido Verde no es de centroizquierda, porque esa posición la representa Petro). Reunir posiciones diversas y conciliarlas podría ser una fortaleza, pero solo la podrían explotar conciliando, no peleando.
Twitter: @santiagovillach