Publicidad

El centro

Santiago Villa
24 de junio de 2021 - 03:00 a. m.

En redes sociales se ha vuelto común la afirmación de que el centro no existe. La hipérbole se refiere a que el centro no tiene propuestas ideológicas propias: toma de aquí y de allá. Sobre el insuficiente espectro lineal, de un solo plano, que va de izquierda a derecha, el centro no es más que ese invertebrado punto diluido y tibio, donde no es ni lo uno ni lo otro.

Para los críticos, ser de centro significa que no se tiene ninguna posición o se tiene una y otra, según la conveniencia y nunca con sinceridad. Es decir, su política no está basada en principios, sino en acomodarse a las circunstancias.

Durante la Colonia española, los personajes que se movían entre las comunidades indígenas y las españolas despertaban una profunda desconfianza. El mestizo y el indio ladino eran personajes en los que ninguna de las partes confiaba plenamente. Los indígenas los veían como demasiado cercanos a los españoles, y los españoles los veían como indígenas. La figura que se mueve entre los bandos es a menudo despreciada. El centro es la Malinche de la política.

El político de centro carga con los problemas de quien ajusta sus políticas y opiniones a las circunstancias. La izquierda lo verá como un derechista solapado, y la derecha, como un simpatizante de los mamertos. Esta dinámica será más intensa en tiempos de alta polarización.

Y aquí otro debate: la polarización. ¿Es buena, es mala, existe? Quienes no creen que la polarización sea un problema es porque la confunden con el disenso. Está bien tener posiciones contrarias e incluso absolutamente contrarias. Que haya un amplio espectro de opciones políticas es uno de los propósitos de la democracia moderna. Eso no es polarización.

La polarización ocurre cuando los ciudadanos consideran que su opción es la única que puede salvar al país de las otras las opciones políticas, que son moralmente inválidas. No hay un espectro de posiciones políticas válidas, sino facciones enemigas.

Por obvias razones, los grupos políticos que más se benefician de la polarización son aquellos que tienen una plataforma política basada en que hay un enemigo interno o fuerzas oscuras que quieren truncar el progreso de la nación. En un ambiente de polarización casi se vuelve una profecía autocumplida: el enemigo se materializa. La dinámica entonces se vuelve “si no estás conmigo, estás en contra de mí”.

En un contexto de candidaturas rivales, el papel de quienes no están en el centro es desdibujar el centro, porque es su competidor más directo. Hay tres formas de hacer eso: a) ellos mismos se presentan como el centro (“somos el Centro Democrático” o “somos la centroizquierda”), b) denuncian que estar en el centro es como asumir una posición inmoral (ante una situación tan grave como la que sobrelleva el país, ¿cómo no pueden ver que esto se trata de una dinámica de enemistades?) y c) anuncian que no hay tal cosa como “el centro”, por lo tanto si estás en el centro, estás contra ellos (es una estrategia que a menudo se mezcla con la segunda).

Ahora, la polarización no aumenta por capricho. En el actual contexto colombiano, el partido de derecha gobernante ha concentrado más poder que cualquier otro gobierno desde la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y la Junta Militar o la presidencia de Julio César Turbay. Ha roto casi todas las promesas de conciliación a las que ha llegado con fuerzas opositoras. Ha desactivado lo que puede de un Acuerdo de Paz que tenía el apoyo de la mitad de los votantes en el plebiscito. Ha desatado una ola de violaciones de los derechos humanos para atacar a quienes se manifiestan en su contra.

Ser de centro no significa ser imparcial ni veleidoso. Cualquier opción de centro tiene que exigir el respeto a los derechos humanos, el cumplimiento de los acuerdos pactados, el diálogo con manifestantes y opositores, que las fuerzas armadas y policiales respondan por las violaciones a los derechos humanos y por trabajar en llave con los paramilitares para combatir la protesta social a nombre del Gobierno, y desactivar la desmesurada concentración de poder que hoy vivimos. El problema es que el centro también es muy débil, y en el caso, por ejemplo, del Partido Liberal está dispuesto a venderse y volverse de derecha cuando el precio es correcto. El dilema del centro no es si existe o no, sino si puede llegar a ser significante.

Twitter: @santiagovillach

 

Win(76151)01 de julio de 2021 - 04:17 p. m.
Parece de centro, según su definición.
DORA(2370)25 de junio de 2021 - 12:53 a. m.
No es el partido liberal, es el tránsfuga Gaviria que acabó con el. Lo vendió al mejor postor. El centro, los "tibios" a mucho honor, somos demócratas, tenemos firmes principios, respetamos las ideas del otro pero no nos dejamos avasallar.
Daniel(rvd59)24 de junio de 2021 - 10:50 p. m.
El Centro Democrático es el partido de las mentiras, empezando por el nombre: ya que no es centro ni es democrático y que explota la ignorancia política de los incautos haciéndoles creer que izquierda es comunismo, el cual no existe en el mundo, como tampoco existe el socialismo. El mundo entero esta bajo el sistema del capitalismo y dentro de él la tendencia centro equivale a los ninis.
Diego(16871)24 de junio de 2021 - 09:58 p. m.
Habló y habló y no dijo nada. Se parece a Fajardo.
Tayrona(31467)24 de junio de 2021 - 05:24 p. m.
De centro?, jamás. Y menos con Fajardo. Al centro le debemos esta pesadilla de gobierno por votar en blanco. Claudia López y su mujer, lástima, se voltearon y son incondicionales del ballenero.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar