Publicidad

La propaganda política es inmoral

Santiago Villa
17 de febrero de 2022 - 05:00 a. m.

No hay ningún motivo para que hoy exista la propaganda política durante las elecciones. La publicidad electoral es inmoral, porque introduce los elementos de manipulación propios del marketing en las decisiones democráticas y eleva considerablemente los costos de las campañas (que deberían estar financiadas con dineros públicos, no privados), fomentando por ello la corrupción.

De hecho, el mismo concepto de una campaña electoral es obsoleto. El enorme costo de los viajes que hacen políticos de un rincón a otro del país, repitiendo el mismo discurso y abrazando desconocidos, es innecesario. Las camisetas, los almuerzos, los equipos de sonido, las tarimas, las luces. Todo eso es despilfarrar el dinero.

Dicen que la gente necesita conectar con los políticos y los candidatos, pero es una falacia. Solo una minoría de quienes votan de hecho vieron al candidato y lo escucharon en vivo.

Hasta hace relativamente poco, la publicidad servía para salvar este vacío. Si no habías escuchado al político, al menos veías su apellido escrito en los postes de la luz o veías su rostro en las vallas, pues en épocas electorales es imposible huir de la nauseabunda proliferación de rostros sonrientes y pulgares levantados. Tenías un nombre que iba con una cara, que iba con una promesa, que iba con un número en el tarjetón.

Pero nada de eso es ya necesario.

Estamos en la era del internet. La información sobre todos los candidatos a cualquier cargo puede venir de cuatro fuentes:

1) Una plataforma pública que puede ser, por decir algo, del Consejo Nacional Electoral, en el que todos los candidatos tienen cierta cantidad de gigabytes para colgar su contenido político. Es responsabilidad del votante entrar a la plataforma y enterarse de las propuestas.

2) La información que los ciudadanos hacen circular en redes sociales.

3) La información que hacen circular los medios de comunicación.

4) Los debates entre candidatos, que se pueden ver de forma gratuita en las plataformas de internet, y cuyos fragmentos se replican de forma casi instantánea por redes sociales y medios de comunicación (un tropezón lingüístico de Íngrid Betancourt se hace viral en cuestión de segundos).

Las únicas excepciones válidas son los muchos lugares de Colombia donde no entra señal de internet. Para ello se deben disponer recursos públicos, y encontrar la manera para que los electores más apartados puedan interactuar con los candidatos de forma directa, preferiblemente organizando debates y mesas redondas con todos ellos a la vez. Estos eventos, además, se trasmitirían, alimentando las cuatro fuentes que enumeré anteriormente.

El proceso electoral es un reflejo de la vida política. Un proceso electoral sobrio, por más de un motivo, da luz a una vida política sobria. Los altos costos de las campañas son uno de los caldos de cultivo de la corrupción. La cultura es: dame plata para la campaña hoy y mañana te adjudico una obra, o te repongo con un favor, o te contrato a tus fichas. Toda candidatura política hoy en día es una empresa. Se necesitan muchos inversionistas (mal llamados “donantes”), ¿y por qué habría alguien de invertir dinero en algo que no le va a producir ganancias?

Los más grandes contribuyentes a campañas políticas en todo el espectro que va de la izquierda a la derecha, porque casi nadie se salva, son los bancos, las constructoras, las aseguradoras, la gran industria y los contratistas del Estado, por no hablar de los narcos. En suma, el sistema que los políticos dicen que quieren cambiar. Si bien a los electores se les puede engañar con promesas vacías, a los que ponen la plata para las campañas hay que cumplirles las promesas. ¿Quién gana?

Twitter: @santiagovillach

 

Imagin(14177)18 de febrero de 2022 - 02:24 a. m.
El círculo vicioso empieza por financiar (extralegalmente, excediendo los topes) las campañas presidenciales. La propaganda política es inmoral, pero mucho más inmoral es la compra de votos, aprovecharse de la pobreza de la gente para comprarles el voto por un plato de lentejas, y así ocuparse el "elegido" durante 4 años en agudizar el estado de pobreza de la persona que le vendió su voto.
Imagin(14177)18 de febrero de 2022 - 02:17 a. m.
Pues el tema de la financiación estatal a las campañas políticas no es nada nuevo, es un tema que siempre se ha planteado, y ¡oh sorpresa! (para el señor Villa, que iguala a la izquierda con la derecha) siempre ha sido planteado por fuerzas alternativas, progresistas, y de izquierda. A la derecha-ultraderecha no es un tema que le interese mucho impulsar porque ahí está el núcleo de su corrupción.
Didier(12213)18 de febrero de 2022 - 01:42 a. m.
El modus operandis de la politiquería es el contacto con la gente para entregar sus dádivas. Una campaña al Senado, que cuesta más de 10 mil millones de pesos, solo se consigue con tratos oscuros: que luego saldrán del presupuesto Nacional, o sea de nuestros impuestos, nombramientos, contratos. El establecimiento no está interesado en sus propuestas, las cuales son muy serias..
Amauri(ne615)18 de febrero de 2022 - 12:10 a. m.
En Colombia hay elecciones pero no hay democracia, las curules se compran, los cargos públicos se compran, los gobiernos han mantenido al pueblo en la miseria para aprovecharse del hambre y la necesidad y comprarlo con un plato de lenteja.
Celyceron(11609)17 de febrero de 2022 - 10:51 p. m.
"El que paga para llegar, llega para robar". Máxima de un hombre honesto, Carlos Gaviria Diaz. Definitivamente, el que pone la plata, pone las condiciones.
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