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Cuando nos conocimos en Pekín, y antes de que viviéramos juntos durante seis años en Bogotá, mi pareja ya había estado antes en Colombia. Fue hacia el 2010, creo que cerca de la época de elecciones presidenciales. Me dijo que algo que le impresionó de Colombia fue haber visto a militares patrullando las calles del centro de Bogotá con ametralladoras, lo cual es relativamente normal para los locales. Para ella, siendo de Washington D. C., era chocante. Si había militares armados patrullando las calles era porque una situación violenta podría estallar en cualquier momento.
La vida tiene humor de sepulturero. Ahora es Washington D. C. la ciudad que tiene militares con ametralladoras patrullando sus calles y, según informes recientes, también desempeñando tareas humillantes como barrer hojarasca y desplazar a personas que están viviendo en la calle.
En su característico totalitarismo de payasos, Trump mezcla la opresiva crueldad con el espectáculo ramplón, pues los militares también están allí para apoyar las tareas del FBI y la Policía que, en una cadenita de rufianes venidos a menos, finalmente están todos para ayudarle a la policía secreta del régimen MAGA, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, a capturar latinos en las calles y enviarlos a campos de concentración en Estados Unidos, Uganda y otros países del mundo en desarrollo.
En el vertiginoso proceso de desinstitucionalización en que el Partido Republicano está sumiendo a Estados Unidos, desplazando al país en la práctica hacia un sistema de partido único a nivel federal en las ramas legislativa, ejecutiva y judicial, la gente se pregunta con cada vez más frecuencia si habrá una guerra civil, y el rotundo “no” deviene a menudo en un “tal vez”. En buena medida depende de la salud de Trump que, a juzgar por su avanzada edad, su irresponsable estilo de vida y sus evidentes señales de deterioro físico, no está en su mejor estado.
Para entender qué forma tomaría este conflicto pensemos que podría ser diferente a lo que imaginamos al hablar de una guerra civil. De la misma forma que en el siglo XXI el autoritarismo ha tomado formas distintas a las que asumió durante el siglo XX, Estados Unidos podría ser el país donde la guerra civil tome un cariz distinto. En especial porque uno de los bandos, el que defiende la democracia, está terriblemente mal preparado para librar un conflicto armado. Por eso la guerra podría ni siquiera involucrar enfrentamientos entre ejércitos. Recordemos que el uso original de la palabra “guerrilla” se refería a las pequeñas bandas de civiles españoles que emboscaban a las fuerzas napoleónicas a inicios del siglo XIX.
La estrategia de Trump de militarizar las calles es una jugada a muchas bandas. Por un lado, cumple con el objetivo directo de amedrentar a las comunidades latinas y afroamericanas, que para la ultraderecha blanca que representa MAGA es un objetivo en sí mismo. En segundo lugar, le permite al presidente tener un control directo sobre el ejercicio de la autoridad armada en los centros urbanos. Esto, al ser una ampliación de sus poderes, cumple con el propósito de su presidencia, que es ampliar su poder personal.
El objetivo final es preparar el terreno para la guerra. Una posible demostración de que la estrategia está preparando un conflicto militar por el poder político es que el partido Republicano envía sólo a los miembros de la Guardia Nacional de sus estados —es decir, lo que podrían ser sus tropas si se desata un conflicto—, a las ciudades demócratas, es decir, al territorio de sus enemigos, que tendría que ocupar si estalla una guerra, y que sería el más difícil de conquistar.
Este control puede tomar muchas formas. Al nivel más básico, es reprimir cualquier protesta contra el gobierno Republicano con violencia. Y si el uso de la agresión militar para obtener el poder va por el todo, pues se trata de controlar en esas ciudades aeropuertos, rutas terrestres de entrada y salida, medios de comunicación, instalaciones de servicios públicos, arrestar a los políticos locales, disolver a las cortes y parlamento estatales y tomarse las fuerzas policiales.
A la larga es una maniobra difícil de llevar a cabo, pero estos son exactamente los pasos que deben tomarse para ponerla en marcha.
Threads: @santiagovillach
